Sobre la Extensión de los Derechos - Núm. 7, Septiembre 2000 - Apuntes de derecho - Libros y Revistas - VLEX 396594478

Sobre la Extensión de los Derechos

AutorAlejandra Zúñiga
CargoLicenciada en Ciencias Jurídicas
Páginas26-31
ALEJANDRA
ZUNJGA
fAJURJ
Licenciada
Ciencias
}Ul·k/¡'cl1s.
Pro{esom
de
las
clínicas
de
íIlte/"és
públíco
de
la
F.U'lIlt
de
Derecho,
Uuí\ll:m;ie{¡td
Díl?go
Portales.
Sobre
la
extensión
de
los
derechos*
':Así
como
la
mujer
que,
después
de
haber
fregado
el
suelo,
cuida
que
la
puerta
del
cuarto
quede
cerrada
para
que
no
entre
el
perro
y
lo
ponga
todo
perdido
con
la
huella
de
sus
patas,
de
igual
manera
los
pensadores
europeos
montan
guardia
para
que
ningún
animal
les
corretee
por
la
ética".
ALBERT
SCHWEITZER)
FiLÚSOFO,
HISTOIlIADOR,
PReMIO
NOBEL
DE
1,1\
PAZ
EN
1952.
';lgradezco
la
ayuda
de
Lub;
V'dlatJi«ncw
en
la
elaboración
de
este
artículo.
26
INTROOUCCIÓN
La
filosofía
moral
occidental
históricamente
ha
rehuido,
consciente
o
inconscientemente,
la
temática
del
estatus
moral
de
los
animales
inferiores.
Sin
embargo,
en
el
último
tiempo
han
surgido
varios
autores
que,
preocupados
por
la
gravedad
de
los
acontecimientos
derivados
de
los
"avances"
científicos,
han
reiniciado
la
discusión
con
el
objeto
de
lograr
algún
grado
de
protección
para
los
animales
no
humanos.
La
discusión
en
tomo
a
los
derechos
de
los
animales
plantea,
a
mi
parecer,las
mismas
dificultades
que
la
de
los
Derechos
Humanos.
El
concepto
de
derechos
es
siempre
problemático.
tanto
en
el
caso
de
los
ani-
males
como
en
el
de
los
humanos,
por
10
que
no
resulta
admisible
aceptar
acríticamente
la
noción
de
Derechos
Humanos
al
tiempo
que
se
rechaza
dogmáticamente
la
de
los
Derechos
de
los
Animales,
como
si
sólo
esta
última
tuviera
problemas
conceptuales.
Se
suele
argumentar
que
el
problema
del
trato
a
los
animales
es
un
asunto
trivial
comparado
con
las
graves
penurias
de
los
seres
humanos
y,
por
lo
tanto,
ninguna
persona
sensata
leconcedería
tiempo
y
atención.
A
continuación,
mostrare
que
esa
afinnación,
no
es
más
que
desinfonnación
e
ignorancia.
ALGO
SOBRE
LA
REALIDAO
l
Para
esta
p31te
se
han
elegido
dos
de
las
prácticas
más
importantes
que
se
llevan
a
cabo
contra
los
animales:
por
un
lado,
la
experimentación
y,
por
otro,
la
crianza
industdal.
La
pdmera,
porque
supone
la
zona
donde
se
puede
observar
con
mayor
nitidez
el
especism0
2
ya
que
"los
investigadores
a
menudo
intentan
justificar
sus
experimentos
con
animales
afinnando
que
éstos
conducen
a
hallazgos
sobre
los
humanos;
si
esto
es
así,
el
investigador
debe
estar
de
acuerdo
en
que
los
animales
humanos
y
no
humanos
son
similares
en
aspectos
cruciales"
(Singer,
Peter,
Etica
Prdctica,
ob.
cit.,
pág.
82).
En
otras
palabras,
o
el
animal
no
es
como
nosotros
y,
por
ende,
el
experimento
no
se
justifica,
o
es
como
nosotros
y,
por
lo
mismo,
no
debemos
utilizarlo
para
realizar
un
expedmento
que
consideraríamos
una
atrocidad
si
lo
hicieran
con
uno
de
nosotros.
La
segunda
es,
la
crianza
puesto
que
importa
la
más
masiva
tortura
a
la
que
son
sometidos
los
animales
no
humanos.
Experimentación militar
En
la
base
área
de
Brooks,
Texas,
Estados
Unidos,
se
entrena
a
monos
rhesus
mediante
electrochoques
para
que
mantengan
nivelada
una
plataforma
o
simulador
de
vuelo
que
puede
girar
y
saltar
como
un
avión.
Tras
un
período
de
intenso
entrenamiento
(30
días
aproximadamente)
consistente
en
acostumbrar
a
los
primates,
bajo
frecuentes
y
dolorosas
descargas
eléctricas,
a
que
mantengan
la
plataforma
en
su
posición
horizontal
la
mayor
parte
del
tiempo,
se
pasa
a
la
segunda
fase
del
experimento
en
que
se
expone
a
estos
mamíferos
sensibles
a
dosis
letales
o
subletales
de
radiación
o
agentes
de
guerra
química
Con
el
objetivo
de
comprobar
cuánto
tiempo
pueden
pilotar
el
simulador.
Estas
dosis
producen
en
los
animales
vómitos
y
náuseas,
pero
se
les
fuerza
a
mantener
la
platafonna
nivelada
pues,
de
lo
contrario,
vuelven
a
recibir
descargas
eléctricas.
Supuestamente
la
función
del
experimento
es
determinar
el
lapso
en
que
pueden
conservar
los
simuladores
controlados
bajo
las
condiciones
simuladas
de
un
ataque
químico
o
nuclear.
Sin
embargo,
el
doctor
Donald
Barnes
fue
durante
años
el
principal
investigador
de
la
Escuela
de
Medicina
Aeroespacial
de
la
Fuerza
Aerea
de
los
Estados
Unidos
y
responsable
de
los
experimentos
con
la
plataforma
de
equilibrio
de
primates-
ha
reconocido
que
"(
...
)
en
caso
de
una
confrontación
nuclear
no
es
muy
probable
que
los
altos
jefes
cionales
fueran
a
consultar
gráficos
y
cálculos
basados
en
datos
procedentes
de
monos
rhesus
para
hacer
estimaciones
de
la
fuerza
probable
o
de
la
capacidad
de
contraataque"?
Como
se
ve,
nos
enfrentamos
muy
a
menudo
pasa
en
la
expedmentación
animal
situaciones
no
sólo
sumamente
crueles
sino
que,
además,
27
I
En
es/a
parte,
por
f¡¡
extel1si(í)!
dé'
e;l/e
/wd
sólo
un
registm
muy
resllmido
de
a/g¡mos
de
1M
crueles
y
torturas
a
las
que
son
some/idus
los
(wim«/l'.,
110
P(lfa
esamiudr
con
detalle
('s/e
t¡mm
ver,
por
ejemplo,
Si/lger,
Peter,
LiberadónAnimal,
Tm/a,
1999.
págs.
61
a
202,.
Paol(!
y
Singer.
Peter
(edi/ores),
El
Proyecto
"Gran
Simio
".
TI'oua,
Madrid,
1998,
pág$.
349
a
376,.
Mrmenn,
jP.l!Í.'.
¡Villtm
l(JsAnimalcs!,
Debate,
MlldrU/,
1998,
príW.
231
a
281,.
y
Singer,
Peter.
Ética
Práctka
Cambridge
Uníversily
Pres."
1995,
p(íg$.
81
,!
85.
2
Traducción
del
illg/és
"speciesism".
1'rruludrio
(d
castella/lo
también
CO/110
e$pcdeci1>'/7W,
d
termino
fiw
aClIIiado
por
Singar
y
hoy
se
ha
a,:cp/a!/o
SI'
usa
general,
indt¡yé)J(wse
en
TIte
Oxford
Englidl
Dictiollary.
Htede
cO/lceptualizar.
muy.l1tán
..
lamente,
como
aquellaforma
de
discriminad'¡n
ell
base
,t
la
3
Barnes,
DO/lald,
citado
por
SiI!ger,
Petel;
LiberaciólIAllimal,
ob.
cif.,
plÍg.
64.
¡
SU!{5er,
Peter,
/,iberaáónAlIimal,
oh.
cit"
págs,
67
a
72.
,1
¡bid.,
pág.
69,
"
Enélll
a,,(/
Sdellce,
dtado
por
S¡'lger,
Uberad6!1Animal,
ob.
di.,
pág.
70.
,
f'er
Mos/eríu,
o/¡.
dI.,
príg.
231
Y
2.12.
11
Cfr.
Si,¡ger,
Peler,
ob,
ell.,
príg,;.
95
(1
98.
'1
¡'(:I'
Si/¡ger,
Pelel;
Liberaci6u
Animal,
ob.
dt.,
prígs.
139
Y
.Iiguiellles.
m
Dq,1
piez(/!;
dti
pollo
·por
ejemplo,
10$
populares
ll'«/ms·
son
a
menl.((/o
parles
de
pollos
dmiados
que
11<1
SI<
han
podido
vender
e/lleros.
a
pruebas
inútiles
cuya
única
justificación
pareciera
ser
la
mente
enfenniza
de
torturadores
profesionales.
Experimentación científica
El
profesor
Harry
F.
Harlow
trabajó
durante
muchos
años
en
el
Centro
de
Investigación
de
Pri
M
mates
de
Madison
y
fue
editor
de
una
prestigiosa
re
M
vista
de
Psicología,
pero
lo
que
hizo
que
fuera
triste
M
mente
célebre
fueron
sus
estudios
en
primates
sobre
los
efectos
de
la
privación
materna
que
comenzaron
hace
ya
más
de
treinta
años.
Harlow
ya
ha
mueIto,
pero
sumados
sus
trabajos,
los
de
sus
seguidores
y
colegas
-durante
ese
período-
completan
más
de
250
experimentos
de
este
tipo
solamente
en
Estados
Unidos.
4
Estos
sometieron
a
miles
de
animales
a
procedimientos
atroces
que
inducían
angustia,
deses
M
peración,
ansiedad,
devastación
psicológica
general
y
muerte.
Presuntamente,
el
objetivo
de
estos
experi
M
mentos
era
observar
la
conducta
que
desarrollaban
los
monos
al
ser
aislados
desde
su
nacimiento
y
CODM
cluir,
entonces,
los
efectos
en
un
niño
pequeño
de
la
privación
prolongada
del
cuidado
materno.
Basté
describir
algunos
de
los
métodos
ideados
por
estos
cienúficos
con
el
objeto
de
reproducir
condiciones
extremas
de
aislamiento
para
ver,
además
de
la
truM
culencia
infinita,
la
inutilidad
absoluta
de
dichas
pruebas.
Uno
de
los
medios
usados
es
la
utilización
de
madres
de
trapo
sustitutas
que
podían
convertirse
repentinamente
en
monstruos.
En
las
propias
bras
de
Harlow:
"El
primero
de
estos
monstruos
era
una
mona
madre
de
trapo
que,
programada
o
al
reci-
bir
una
orden,
soltaba
aire
comprimido
a
alta
presión
y
casi
le
arrancaba
la
piel
al
animal.
¿Qué
hacía
el
bebé
mono?
Simplemente
se
agarraba
con
más
y
más
fuerza
a
la
madre,
porque
un
bebé
atemorizado
se
agarra
a
su
madre
pase
lo
que
pase,
No
conseguimos
psicopatología
alguna.
Sin
embargo,
no
desistimos.
Construimos
otra
madre
monstruo
sustituta
que
se
mecía
tan
violentamente
que
la
cabeza
y
los
dientes
del
bebé
castañeaban.
Todo
lo
que
el
bebé
hizo
fue
agarrarse
con
mayor
fuerza
aún
a
la
sustituta.
El
ter-
cer
monstruo
que
construimos
tenía
incrustado
dentro
del
cuerpo
un
marco
de
metal
que
saltaba
hacia
lante
y
propelía
al
bebé
fuera
de
su
superficie
ventral.
El
bebé
se
levantaba
del
suelo,
esperaba
a
que
los
28
muelles
se
metieran
de
nuevo
dentro
del
cuerpo
de
tela
y
volvía
a
agarrarse
a
la
madre
sustituta.
Por
timo,
construimos
nuestra
madre
puercoespín,
Al
re
M
cibir
una
orden,
esta
madre
sacaba
afi.lados
pinchos
de
metal
por
toda
la
superficie
ventral
de
su
cuerpo
.
.
Aunque
los
bebés
se
quedaban
desconsolados
ante
estas
puntiagudas
expulsiones,
simplemente
espe
M
raban
hasta
que
los
pinchos
retrocedían,
volvían
y
se
agarraban
a
la
madre"s
Experimentos
similares
se
llevaron
a
cabo
también
ya
no
con
madres
sustitutas
sino
que
con
madres
monas
reales
que
habían
sido
criadas
en
miento
total
y
luego
preñadas.
El
comportamiento
observado
fue
desde
madres
que
ignoraban
a
sus
bés
cuando
estos
lloraban
a
otras
que
aplastaban
el
cráneo
del
bebé
con
sus
dientes.
Otros
estudios
idea-
ron
los
denominados
"pozos
de
la
desesperación"
o
"túneles
del
terror"
que
tienen
por
finalidad
repro-
ducir
condiciones
de
terror
de
tal
envergadura
que
traigan
como
consecuencia
la
muerte
psicológica.
Pudiera
pensarse
que
tanto
sufrimiento
produjo
algún
resultado;
nada
más
alejado
de
la
realidad.
En
efecto,
después
de
largos
años
repitiendo
una
y
otra
vez
los
experimentos
descritos
y
otros,
los
estudios
llegaban
a
conclusiones
tan
irrisorias
como
la
siguiente:
"El
que
(los
resultados)
puedan
o
no
referirse
especlfi-
camente
a
variables
como
la
forma
de
la
cdmara,
el
tamaño,
la
duración
del
encierro,
la
edad
a
la
que
se
produjo,
el
entorno
social
anterior
y/o
subsiguiente
o,
mds
probablemente,
a
una
combi-
naci6n
de
éstas
y
otras
variables,
es
una
cuesti6n
que
hay
que
seguir
investigando
".6
Experimentación cosmética
Una
cantidad
importante
de
productos
cos-
méticos
y
para
el
hogar
utilizan
el
denominado
test
de
Draize.
Este
consiste
en
aplicar
dosis
exageradas
del
producto
específico
a
uno
de
los
ojos
de
un
conejo
inmovilizándolo
mediante
su
colocación
en
un
apa-
rato
que
sólo
deja
fuera
su
cabeza.
Este
proceso
se
repite
durante
dos
o
tres
semanas
hasta
producir
ú1ce
M
ras,
llagas,
hemorragias
y
ceguera,
mientras
el
otro
ojo
sirve
como
medición
comparativa.
A
veces,
ducto
del
intenso
dolor,
los
conejos
se
rompen
la
co-
lumna
vertebral
en
sus
inútiles
intentos
de
liberarse.
7
Quizás
en
este
ámbito
ha
sido
donde
las
protestas,
denuncias,
la
trivialidad
de
estas
pruebas
y
la
oposi-
ción
de
los
consumidores
ha
tenido
mayor
eco
y
percusión
en
las
empresas,
las
que
atemorizadas
por
la
negativa
incidencia
en
su
imagen
pública,
han
op-
tado
por
desarrollar
métodos
alternativos
para
probar
la
irritabilidad
de
sus
productos,'
sin
embargo,
la
si-
tuación
dista
mucho
de
ser
unánime.
Crianza Industrial de animales'
En
este
punto
relataré,
muy
brevemente,
las
atroces
condiciones
en
que
son
criados
el
pollo,
el
cerdo
y
el
vacuno.
Para
empezar,
hay
que
aclarar
que
todo
el
proceso
previo
a
la
pulcra
carne
que
te-
nemos
ante
nuestros
ojos
es
cuidadosamente
ocul-
tado
y,
por
lo
mismo,
aún
se
mantiene
una
profunda
ignorancia
respecto
de
los
procedimientos
que
la
ganadería
industrial
utiliza
y
que
nada
tienen
que
ver
con
las
idílicas
imágenes
de
vacas
pastando
libremente,
de
gallinas
escarbando
en
medio
de
la
tierra,
alimentadas
natural
y
equilibradamente,
que
la
propaganda
nos
muestra
a
cambio
de
una
realidad
ateiTadora
que
más
parecido
tiene
a
los
campos
de
concentración
que
a
cualquier
otra
cosa.
Es
posible
que
el
lector
se
pregunte
cuál
es
la
razón
del
muy
extendido
consumo
de
pollo
y
de
una
producción
cada
vez
más
espectacular,
La
respuesta
es
muy
sen-
cilla:
el
primer
animal
que
dejó
las
condiciones
más
o
menos
naturales
de
crianza
fue,
precisamente,
el
pollo.
El
gran
descubrimiento
fue,
para
desgracia
de
los
intereses
de
los
pollos,
es
que
éstos
podían
ser
criados
bajo
las
condiciones
más
adversas
e
inhós-
pitas
e
igual
sobrevivir
en
un
número
muy
alto,
lo
que
aseguraba
una
gran
producción
a
costos
bastante
reducidos.
En
términos
muy
generales,
la
miserable
vida
del
pollo
puede
describirse
como
sigue:
Un
cda-
dor
de
pollos
recibe
miles
de
pollos
de
un
día
de
edad
y
los
coloca
en
una
nave
larga
sin
ventanas
tomando
las
medidas
necesarias
para
que
el
crecimiento
del
pollo
sea
lo
más
rápido
posible
con
un
minimo
de
maíz.
La
luz
es
regulada
según
el
crecimiento
del
ave,
llegando
alrededor
de
las
6
semanas
a
ser
mantenidas
casi
en
absoluta
oscuridad
debido
a
que
el
altísimo
grado
de
hacinamiento
les
produce
un
nivel
grave
de
estrés
que
se
traduce
en
agresiones
y
conductas
de
canibalismo,
Estas
últimas
intentan
evitarse
mediante
una
práctica
terriblemente
dolorosa
como
es
la
del
corle
del
pico,
realizada
mecánica-
mente
a
través
de
cuchillas
calientes.
Además
de
todo
lo
anterior,
durante
las
siete
u
ocho
semanas
que
las
aves
pennanecen
en
sus
baterías
no
se
les
retiran
sus
excrementos
y,
por
lo
mismo,
sufren
de
afecciones
pulmonares,
patas
ulceradas,
ampollas
en
el
pecho
y
quemaduras
en
los
codos.
!O
Para
terminar,
alrede-
dor
de
las
siete
u
ocho
semanas
(cuando
la
vida
na-
tural
es
de
unos
siete
años)
el
pollo
verá
por
primera
vez
la
luz
del
día,
pero
no
para
tener
un
descanso
en
sus
miserables
vidas,
sino
que
para
iniciar
el
camino
hacia
la
muerte.
En
efecto,
serán
puestos
en
minús-
culas
cajas
para
ser
transportadas
en
camiones
hasta
las
plantas
de
procesamiento
donde,
habitualmente,
esperarán
horas
sin
comida
y
sin
agua
hasta
ser
col-
gados
violentamente
boca
abajo
en
las
cintas
trans-
portadoras
que
los
conduce
al
final
de
sus
indecentes
existencias.
La
crianza
industrial
además
de
provocar
intensos
sufrimientos
a
los
pollos,
frustra
todos
los
instintos
naturales
de
estas
aves
como
andar,
escarbar
la
tierra,
revolcarse
en
el
polvo,
construir
nidos,
es-
tirar
las
alas
y
establecer
jerarquías.
En
comparación
con
los
pollos
y
los
cerdos,
el
ganado
vacuno
criado
para
carne
disfruta
más
de
los
espacios
abiertos,
pero
transcunidos
unos
meses
son
encenados
y
sobrealimentados
para
alcanzar
el
peso
necesario
para
su
venta.
Además,
es
objeto
de
otras
dolorosas
prácticas
como
el
corte
de
los
cuer-
nos,
el
marcado,
la
mutilación
y
la
castración
de
los
machos.
Por
último,
las
condiciones
de
traslado
y
transpOlte
son
altamente
inhóspitas
y
peligrosas
para
las
vacas.
En
efecto,
el
ganado
que
se
sube
por
pri-
mera
vez
a
un
camión
no
sólo
se
siente
aterrado
sino
que
puede
enfermar
hasta
la
muerte.
Los
largos
y
extenuantes
viajes
traen
como
consecuencia
que
los
animales
puedan
congelarse
en
invierno
o
colapsar
por
el
calor
y
la
falta
de
agua
en
verano.
Durante
el
trayecto
no
Son
alimentados
ni
beben
agua.
Su
debi-
lidad
provoca
que
se
caigan
y
sean
aplastados
o
as-
fixiados
por
sus
compañeros
de
viaje
y
desdicha.
La
llegada
al
matadero
tampoco
es
más
alentadora:
en
casi
todos
estos
recintos
se
les
quita
la
vida
a
las
va-
cas
mediante
la
técnica
del
mazo
y,
producto
de
la
rapidez
con
que
debe
hacerse
y
por
el
movimiento
de
los
animales,
muchos
mazazos
terminan
atrave-
29
sando
un
ojo
o
la
nariz
del
animal
y
mientras
éste
se
sacude
de
dolor
habrá
que
darle
varios
golpes
más
para
dejarlo
inconsciente.
CONSIDERACIÓN
MORAL
DE
LOS
ANIMALES
Ante
el
tratamiento
manifiestamente
cruel
que
se
da
hoya
los
animales
"inferiores",
surgen
inevi-
tablemente
preguntas
como:
¿Está
bien
tratar
a
los
animales
como
cosas?
¿Existe
algo
que
tenga
valor
intrínseco
más
allá
de
los
seres
humanos?
De
acuerdo
COn
la
tradición
judeocristiana
dominante,
tan
s6lo
los
seres
humanos
tenemos
valor
intrínseco,
esto
es,
sólo
nosotros
tenemos
aquel
valo!'
que
nos
permite
considerar
nuestra
vida
e
intereses
como
importantes
o
deseables
en
mismos,
de
fonna
que
el
resto
de
la
"creación>!
habría
sido
dada
para
nosotros
y
poseería,
en
contraste,
tan
sólo
un
valor
instrumental
como
"medios
para
un
fin",
nuestros
fines.
Este
tipo
de
moral,
digamos
"estrechamente
humanista",
que
combina
la
exigencia
del
máximo
respeto
hacia
nuestros
congéneres
y
el
más
absoluto
desprecio
por
los
intereses
de
los
demás
seres
vivos,
parece
hoy
en
día
injustificable.
Una
ética
a
la
altura
de
nuestro
tiempo
no
puede
obviar
nuestra
responsa-
bilidad
para
con
los
animales,
sobre
todo
respecto
de
los
más
próximos
a
nosotros
y
con
una
vida
psíqui-
ca
más
rica)
como
lo
son
los
mamíferos.
La
historia
ríos
muestra
que,
al
igual
como
ha
ocurrido
con./'minorías"
como
los
negros,
los
indí-
genas,
los
judíos,
las
mujeres,
etc.,
la
larga
disputa
filosófica
y
moral
tendiente
a
garantizarle
o
descono-
cerle
derechos
a
otros
seres
por
poseer
ciertas
"carac-
terísticas"
que
los
harían
menos
valiosos,
no
tiene
justificación
moral"
alguna.
Así,
la
filosofía
clásica
europea
ha
intentado
constantemente
ignorar
a
los
animales,
confundiéndolos,
como
Descartes
o
Tomás
de
Aquino,
con
los
minerales.
Sin
embargo,
otros
autores
como
Albelt
SChweitzer,
o
Jeremy
Bentham,
han
considerado
que
el
sufrimiento
de
los
animales
debe
ser
igualmente
sopesado
al
considerar
el
valor
moral
de
una
acción,
Poco
a
poco
se
ha
ido
impo-
niendo
entre
los
éticos
contemporáneos
la
intuición
de
que
es
moralmente
inadmisible
infligir
sufrimien-
to
innecesario
a
los
animales.
Incluso
un
judío
practicante
y
libertario
como
Robert
Nozick
dera
que
la
libertad
de
cazar
y
matar
por
gusto
es
moralmente
inadmisible,
recomendando
el
nismo
estricto,
Peter
Singer,
uno
de
los
más
giosos
tratadistas
de
la
actualidad
en
cuestiones
de
ética
aplicada,
ha
iniciado,
con
su
libro
Liberaci6n
Animal
(1971),
la
discusión
y
argumentación
relativa
a
los
derechos
de
los
animales
que
lioy
da
lugar
a
una
extensa
bibliogl¡fía,
Singer
considera
que
la
capacidad
de
sufrir
y
de
sentir
dolor
son
las
características
centrales
para
determinar
que
es
un
mal
moral,
por
lo
que
no
lo
son
otros
atributos
como
por
ejemplo
la
sola
pertenencia
a
una
raza
o
especie,
Esta
argumentación
ha
servido
para
identificar
una
de
las
más
antiguas
e
ignoradas
forma
de
discriminación,
el
especismo.
Este
se
sus"
tenta
sobre
la
bq,se
de
una
batería
de
argumentos
lógicos
relativos
a
su
carencia
de
alma
inmortal,
ra"
cionalidad,
autonomía
y
cultura
que
intentan
ex"
plicar
la
inferioridad
de
estatus
y
justificar
la
exis"
tencia
del
grupo
inferior
por
su
función
al
servicio
del
grupo
de
estatus
superior,
Singer
aclara
que
el
especismo
es
más
una
fonna
de
analfabetismo
moral
que
biológico,
"El
problema
ya
no
es
tanto
que
las
diferencias
se
exageren
para
hacernos
creer
que
unos
u
otros
no
sufren
tanto
como
parece,
sino
que
se
inter"
preta
malla
relevancia
moral
de
las
diferencias"
.11
¿Existe
alguna
característica,
capacidad
o
atributo
en
virtud
de
la
cual
se
deba
conceder
derechos?
¿Se
trata
de
características
que
poseemos
todos
los
seres
humanos
y
únicamente
nosotros?
Respecto
a
la
primera
pregunta,
esto
es,
res"
pecto
a
que
características
deben
ser
consideradas
a
la
hora
de
otorgar
derechos,
existen
desde
ya
muchas
respuestas,
En
efecto,
se
ha
sostenido
que
para
tener
derechos
un
ser
debe,
entre
otros
caracteres,
tener
autonomía,
conciencia
de
mismo,
poseer
la
habi
M
lidad
de
respetar
los
derechos
de
los
otros,
tener
una
cierta
noción
de
la
justicia
o
conciencia
moral,
capa-
cidades
mentales
como
la
anticipación,
una
memoria
detallada
y
extendida,
capacidad
de
elegir,
de
tener
intereses,
de
poseer
un
lenguaje,
de
crear
cultura,
de
utilizffi'
henamientas,
etc.
Como
se
recordará,
la
con"
cesión
de
derechos
a
los
negros,
a
los
indígenas,
a
las
mujeres
y a
otras
minorías
histórÍCamente
repri
M
mldas
y
explotadas
se
fundó
en
un
principio,
precisa
M
mente,
en
el
hecho
"científicamente"
demostrable
"de
que
dichas
minorías,
en
general,
también
poseían
esas
características
y,
además,
que
las
poseían
en
igual
medida,
Las
propiedades
que
históricamente
han
sido
consideradas
relevantes
por
los
autores,
para
ser
titular
de
derechos,
son
intenrunables,
por
10
que
el
problema
está,
al
parecer,
no
en
enumerar
"capaci-
dades"
sino
que
en
buscar
las
comunes
a
todos
o,
como
lo
ha
hecho
la
filosofía
moral
contemporánea,
en
prescindir
de
eHas,
En
este
sentido,
frente
a
la
se"
gunda
pregunta
relativa
a
si
todos
los
seres
huma-
nos
y
solo
nosotros
poseemos
estas
propiedades.
ha
sido
ampliamente
desarrollada
por
la
reflexión
moral
contemporánea
a
través
de
la
creación
de
una
con-
cepción
abstracta
y
convencional
llamada
"principio
de
igualdad",
A
la
pregunta
de
¿por
qué
blancos
y
negros,
hombres
y
mujeres
deben
tener
los
mismos
derechos?
uno
puede
responder
que
es
así
porque
se
trata
de
seres
similares
o,
si
se
quiere,
iguales;
en
cambio
los
humanos
y
los
no
humanos
son
diferentes
y
no
deben,
por
tanto,
ser
titulares
de
derechos.
Ahora,
¿en
qué
somos
iguales
los
seres
humanos?
Cuando
decimos
que
todos
los
seres
humanos,
independientemente
de
su
raza,
credo
o
sexo,
son
iguales,
¿qué
es
lo
que
estamos
afirmando?
Claramente
no
nos
referimos
a
una
igualdad
empírica
o
real,
puesto
que
todos
los
seres
humanos
somos
(incluso
respecto
de
aquellas
características
consideradas
usualmente
como
"clásicamente
humanas")
distintos.
Si
siguiéramos
algún
criterio
empírico,
deberíamos
admitir
que
si
se
prueba
que
las
diferencias
de
aptitudes
tienen
alguna
conexión
genética
con
la
raza,
el
racismo
de
alguna
manera
podóa
ser
defendible,
De
igual
fonna,
tesis
como
estas
podrían
llevarnos
a
excluir
a
c!erta
cIase
de
humanos
que
no
poseerían
la
gran
mayoría
de
las
capacidades
o
aptitudes
descritas
como
es
el
caso
de
los
subnormales
profundos,
los
comatosos
y
hasta
los
bebés,
No
ha
duda
que
muchos
animales
poseen
las
características
enumeradas
más
arriba
en
mayor
medida
que
cierta
cIase
de
seres
humanos,
Sin
em-
bargo,
les
otorgamos
derechos
sólo
a
los
humanos
y
se
los
negamos
a
los
animales.
¿Por
qué?
¿Porque
no
poseen
todas
las
propiedades
necesarias
para
ser
titulares
de
derechos?
No,
tan
sólo
por
el
hecho
de
que
n"o
pertenecen
a
nuestra
especie.
Ni
todos
los
humanos
ni
todos
los
animales,
ni
siquiera
los
de
30
una
misma
"raza"
o
"especie"
tenemos
todas
las
pacidades
o
atributos
que
usualmente
nos
ha
exigido
la
fIlosofia
moral
para
ser
titulares
de
derechos,
Ni
el
requisito
kantiano
de
tener
la
capacidad
de
hacer
elecciones
morales
ni
el
rawlsiano
de
tener
un
sentido
de
la
justicia
o
"personalidad
moral",
son
atributos
de
todos
los
seres
humanos.1
2
Mortunadamente,
hoy
en
día
no
hay
necesidad
de
supeditar
el
tema
de
la
igualdad
a
un
resultado
concreto
de
una
investigación
científica
sobre
la
supuesta
naturaleza
y
capacidades
de
los
distintos
seres
humanos,
"La
respuesta
adecuada
a
quienes
pretenden
haber
encontrado
pluebas
de
diferencias
con
base
genética
entre
razas
o
sexos
en
lo
relativo
a
ciertas
aptitudes
no
consiste
en
afenarse
a
la
creencia
de
que
la
explicación
genética
tiene
que
ser
errónea,
aunque
existan
pruebas
de
lo
contrario,
sino
más
bien
en
dejar
muy
claro
que
el
derecho
a
la
igualdad
no
depende
de
la
inteligencia,
capacidad
moral,
fuerza
física
u
otros
factores
similares,
La
igualdad
es
una
idea
moral,
no
la
afirmación
de
un
hecho
(",).
El
principio
de
la
igualdad
de
los
seres
humanos
no
es
una
descripción
de
una
supuesta
igualdad
real
entre
ellos:
es
una
nonna
relativa
a
cónw
deber{amos
tratar
a
los
seres
humanos",
13
Así,
el
principio
de
igualdad
se
refiere
a
una
igualdad
moral
de
consideración,
lo
cual
significa
que,
por
un
lado,
la
igualdad
no
puede
fundamentarse
en
ningún
tipo
de
equiparación
real
y,
por
otro,
la
aplicación
de
este
principio
entrega
a
los
sujetos
el
derecho
a
ser
tratado
con
igual
consideración
y
peto
y
no
a
recibir
un
tratamiento
igualo
idéntico,
La
capacidad
de
sufrir
y/o
gozar
es
una
de
las
plin-
tipales
características
que
otorga
a
un
ser
el
derecho
a
una
consideración
igual.
Este
es
un
requisito
para
tener
cualquier
otro
interés,
una
condición
que
tiene
que
satisfacerse
antes
de
que
podamos
hablar
con
sentido
de
intereses,
Frente
a
todos
los
seres
vivos
sensibles,
debiera
existir
una
igualdad
de
considera"
ción
frente
al
dolor
ya
que
el
interés
de
evitar
el
su-
frimiento
es
universal,
de
manera
que
mientras
sea
del
mismo
tipo
y
de
la
misma
intensidad,
indepen-
dientemente
de
quien
lo
padezca,
tiene
la
misma
re"
levancia
moral.
El
filósofo
español
Jesús
Mosterín,
tratando
de
dilucidar
la
pregunta
relativa
a
¿quiénes
son
susceptibles
de
sufrimiento?
sostiene
que
"sólo
los
animales
sufren
"/4
y
por
ello,
sólo
los
animales
y
todos
los
animales
son
importantes
a
la
hora
de
extender
la
ética
más
allá
de
la
especie
humana.
En
efecto,
es
importante
recalcar
que
la
mayoría
de
los
animales
que
el
hombre
utiliza
para
sí,
son
animales
sensibles,
provistos
del
sistema
nervioso
y
neuronal
que
les
penniten
sentir
dolor
igualo
más
que
no-
sotros.1
5
La
diferencia
de
capacidades
sólo
es
rele-
vante
cuando
afecta
al
tipo
o
intensidad
del
sufri-
miento.
Lo
central
es
relacionar
correctamente
las
capacidades
y
el
dolor,
así
por
"no
puede
justificarse
la
dolorosa
amputación
de
la
cola
de
al-
gunos
perros
porque
el
gusto
estético
lo
exige
o
tam-
poco
puede
sostenerse
que
es
legítimo
el
corte
de
los
picos
de
los
pollos
en
las
granjas
industriales
por
la
incapacidad
avícola para
la
poesía
(
...
)
Estas
diferencias
en
las
capacidades
justifican
diferencias
de
trato
pero
no
de
consideración
moral;
el
limitado
entendimiento
de
los
niños
no
hace
que
su
dolor
sea
menos
relevante"
.16
Por
ello,
cualesquiera
que
sean
los
criterios
que
escojamos,
tendremos
que
admitir
que
no
es
po-
sible
establecer,
con
exactitud,
una
línea
divisOlia
que
separa
a
nuestra
especie
de
las
demás.
Si
bien
para
algunos
es
legítimo
aducir
que
algunos
rasgos
de
ciertos
seres
hacen
que
sus
vidas
sean
más
valiosas
que
las
de
otros,
sin
duda
habrá
algunos
animales
no
humanos
cuyas
vidas,
sea
cual
fuere
el
estándar
uti-
lizado,
sean
más
valiosas
que
las
de
algunos
huma-
nos.
Un
chimpancé,
un
perro
o
un
cerdo,
por
ejem-
plo,
tendrán
un
mayor
grado
de
autoconciencia
y
más
capacidad
para
establecer
relaciones
significativas
con
otros
que
un
recién
nacido
muy
retrasado
men-
talmente
o
alguien
en
estado
avanzado
de
demencia
senil.
Por
tanto,
si
basamos
el
derecho
a
la
vida
en
estas
características
tendremos
que
garantizárselo
a
estos
animales
en
la
misma
medida.
Ahora,
¿adónde
nos
neva
esta
argumentación?
Nos
parece
que
la
respuesta
puede
ser
sólo
una:
a
ampliar
nuestra
esfera
de
inquietud
moral
hasta
in-
cluir
a
los
animales
no
humanos,
y
dejar
de
tratar
sus
vidas
como
si
fuesen
algo
utilizable
para
cual
M
quier
finalidad
trivial
que
se
nos
ocurra.
Puesto
que
las
capacidades
de
los
humanos
y
no
humanos
se
solapan,
no
hay
manera
de
trazar
la
frontera
por
terios:no
especistas.
Todo
el
'movimiento
antidiscri-
minatorio
insiste
en
que
consideremos
,a
cada
indi-
viduo
por
mismo,
no
por
su
pertenencia
a
uno
u
otro
gmpo,
por
lo
que
no
podemos
aplicar
estándares
distintos
al
sufrimiento
de
animales
humanos
y
no
humanos.
"Todos
nos
sentimos
obligados
a
tar
a
nuestros
propios
infantes
más
que
a
los
del
ve-
cino,
nadie
criticaría
a
una
madre
que
prefiera
salvar
primero
la
vida
de
su
propio
hijo
en
vez
de
la
de
otro
niño,
Lo
que
resulta
moralmente
intolerable
sería
robar
la
comida
de
los
otros
infantes
para
alimentar
a
los
nuestros,
o
hacer
sufrir
a
niños
ajenos
para
di-
versión
de
nuestros
propios
hijos.
Lo
que
es
objeta-
bIe
en
el
especismo
no
es
que
más
importancia
a
la
propia
especie
que
a
la
otras,
sino
que
no
nin-
guna
importancia
a
las
demás",
11
El
trato
que
damos
a
los
animales
no
humanos
no
tiene
mayor
justificación
que
la
de
mantener
los
privilegios
de
nuestra
especie
a
costa
de
otras
que
no
pueden
organizarse
ni
protestar.
Debemos
tomar
en
consideración
el
bienestar
de
todas
las
criaturas,
pues
nada
es
inaccesible
a
la
muerte
y
todos
los
seres
se
gustan
a
mismos,
todos
evitan
la
destrucción
y
se
aferran
a
la
vida,
todas
las
criaturas
amamos
la
vida.
Todos,
animales
y
humanos,
tenemos
derecho
a
habitar
el
mundo
y a
buscar
nuestro
bienestar,
sea
que
podamos
o
1\0
luchar
por
él.
"Lejos
está
el
día,
y
lamento
decir
que
en
mu-
chos
lugares
ese
día
no
ha
pasado
aún,
en
que
la
yor
parte
de
los
individuos
de
nuestra
especie
han
sido
tratados
por
la
ley,
bajo
la
denominación
de
es-
clavos,
exactamente
al
mismo
nivel
en
que,
en
In·
glaterra
por
ejemplo,
son
todavía
tratadas
las
razas
inferiores
de
animales
...
Los
franceses
ya
han
des-
cubierto
que
la
negrura
de
la
piel
no
es
razón
para
que
un
ser
humano
fuese
abandonado
sin
remedio
al
capricho
de
un
torturador.
Puede
que
llegue
un
día,
en
que
se
reconozca
que
el
número
de
piernas,
la
vellosidad
de
la
piel,
o
la
tenninación
del
os
saerum,
sean
razones
igualmente
insuficientes
para
nar
a
un
ser
sensitivo
a
la
misma
suerte.
¿En
qué
otro
lugar
debiera
tratarse
la
línea
insuperable?
¿Es
la
facultad
de
razonar,
o,
quizás,
la
facultad
del
dis-
curso?
Pero
un
caballo
o
un
perro
en
su
pleno
vigor
son,
sin
comparación,
animales
más
racionales,
y
más
dia-
logantes
que
un
IÚño
de
un
día
o
una
semana
o
hasta
un
mes
de
vida.
Pero,
supongamos
que
fuera
ese
el
caso,
¿qué
probaría
eso?
La
cUeStión'no
es,
¿pueden
razonar?
ni
¿pueden
hablar?,
sino
.
:¡.'Ii"·
31
...
:1
ti
Siltger,
Peter,
Libemci6nAllimnl,
ob.cil,
p(íg
14.
12
Es
bien
sabido
que
es/os
requisitos
forman
parll!
de
WIa
leonal!OT/lwtlva
pero,
sin
embargo,
poseen
también
¡¡¡¡fuerte
compromiso
ontológico.
l.l
Singer,
Peter,
UberaciónAnimnl,
ob.cit.
pág
40.
JI
Mo¡terin,
Jesús,
Vivmllos
Animales,
Editorial
Debale,
E'spa¡¡a,
1998,
pág.
83
l.'>
/bid,
Capítulo
VI,
"El
dolor
como
n/arma"
I4r
el
prólogo
de
Casal,
Pnula
al
libro
de
Singer,
Peter,
Libernción
Animal,
ob.
cit.
,págs.
15
y
16.
pág.
224.
18
Bentham,
Jeremy,
111troduclion
lo
lile
Principies
IJf
Morals
and
Legisla/lrm
(1789)
cilal/o
e/l
Teorema
Revista
IlltemaciO/wl
de
Filosofia,
Vol
XV1l1/3,
Murcia,
España,
1999,
pág.
174
Y
175.

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