La estructura socio-ocupacional metropolitana brasilena: diversificacion y homogeneidad en los anos 2000. - Vol. 47 Núm. 141, Mayo 2021 - EURE-Revista Latinoamericana de Estudios Urbanos Regionales - Libros y Revistas - VLEX 869034286

La estructura socio-ocupacional metropolitana brasilena: diversificacion y homogeneidad en los anos 2000.

AutorAlves-Diniz, Alexandre-Magno

Introducción

Una década es un tiempo corto para observar las alteraciones estructurales de una sociedad. No obstante, es un lapso suficiente para la consolidación de tendencias que provienen de procesos anteriores y para la aparición de nuevas tendencias, tal como lo demuestran algunos procesos recientes. El propósito de este texto es entender las transformaciones que ocurrieron en la estructura socio-ocupacional de las principales regiones metropolitanas (rm) brasileñas entre 2000 y 2010, para lo cual nos basamos en algunas constataciones ya consolidadas en la literatura.

Un primer hecho necesario de tener en cuenta es que la globalización viene alterando de forma significativa las funciones desempeñadas por las grandes rm del Brasil, desencadenando dos procesos contradictorios. Por un lado, la creciente integración del país a los mercados internacionales; y, por otro lado, una agudización de la dispersión y concentración de las actividades productivas, según los moldes propuestos por Henderson (1974), Hirschman (1958), Krugman (1991, 1998) y Myrdal (1957). Destaca, además, que Brasil está hoy incorporado a la economía mundial de una manera específica: es, al mismo tiempo, una potencia financiera emergente (Paulani, 2012) y un país exportador de commodities. Por lo menos desde los años ochenta (Cano, 2011), el país ha sufrido un proceso de relativa desindustrialización y desconcentración de sus áreas industriales. Si, en un primer momento, São Paulo concentró una gran parte del parque industrial brasileño, constituyéndose en el líder en este campo, luego se ha observado una relativa descentralización regional de la industria, proceso al que han contribuido las inversiones en infraestructura y las políticas de incentivo federales o estaduales. En ese sentido, la reversión de la concentración de São Paulo fue acompañada por el crecimiento relativo de otras regiones metropolitanas, señal de un importante cambio en el patrón locacional de la industria brasileña. La caída en la producción industrial fue también fuertemente sentida en la región metropolitana de Río de Janeiro, mientras que otras regiones metropolitanas, como Belo Horizonte, Curitiba y Fortaleza, presentaron un significativo crecimiento en la participación productiva brasileña (Diniz & Campolina, 2007). Al mismo tiempo, se ha asistido a lo largo de los últimos años a una expansión en el sector de servicios superiores, mientras que los servicios personales permanecieron relativamente estables (Biderman & Lopes, 2015). Particularmente importante a la presente discusión son las ideas emanadas de la Nueva Geografía Económica (Krugman, 1998), que confieren al espacio una gran importancia en la determinación del crecimiento de las regiones. De acuerdo con esta perspectiva, la aglomeración de las actividades productivas en determinado lugar se explica por fuerzas que atraen (centrípetas) y que repelen (centrífugas) tales actividades.

Los años dos mil estuvieron marcados por la consolidación de un modelo de desarrollo económico basado en el reforzamiento del mercado interno a través de la expansión del consumo masivo, asociado a tasas bajas de ahorros (Messa, 2012). Contradiciendo la tendencia de las décadas inmediatamente anteriores, de bajo crecimiento económico, con hiperinflación e inestabilidad económica, la economía brasileña creció el 3,9% anual entre 2002 y 2011 (Instituto de Pesquisa Econômica Aplicada [IPEA], 2017), catalizada por la valorización del precio de las commodities en el mercado internacional y por el superávit primario creciente (Maia, 2013).

No obstante lo anterior, no existe consenso en la literatura sobre la década del dos mil: por un lado, algunos autores afirman que Brasil vivió un periodo de "nuevo desarrollismo" o, por lo menos, una transición que apunta en esta dirección (Bresser-Pereira, 2011), la cual representaría un alejamiento de las medidas neoliberales que predominaron en América Latina en los años 1980 y 1990, fomentando mejoras significativas de las condiciones de vida de la población (Boschetti, 2013). Por otra parte, autores como Cano (2011) y Paulani (2012) consideran que, aunque el periodo pos-2003 haya estado marcado por políticas sociales positivas, desde el punto de vista de la política macroeconómica la orientación neoliberal del periodo anterior se habría mantenido.

De cualquier modo, el dinamismo del mercado laboral generó un crecimiento de la población ocupada, un paso adelante en la formalización de las relaciones de trabajo, un aumento de la fuerza salarial y la reducción de las diferencias de ingresos laborales (Neri, Vaz & Souza, 2013). El crecimiento económico, que incentivó la creación de empleos, y la política de valorización del salario mínimo han aumentado de forma significativa el poder adquisitivo de los trabajadores. Además, se ha observado la creación y ampliación de políticas de redistribución de los ingresos para los segmentos históricamente excluidos de la población (Instituto Brasileiro de Geografia e Estatistica [ibge], 2013; Ribeiro, 2012). Como corolario, se ha observado una reducción de la desigualdad de renta salarial en la primera década del siglo.

Con todo, análisis recientes, realizados a partir de informaciones de declaraciones del Impuesto a la Renta obtenidas en la Recaudación Federal brasileña, muestran que la desigualdad es más amplia de lo que se esperaba, eso sin tener en cuenta el hecho de que ella permaneció estable entre 2006 y 2012 (Medeiros, Souza & Castro, 2015a). La renta ha aumentado para todos, pero los ricos consiguieron apropiarse aún más que antes de este crecimiento. Entre los sectores más ricos, el 0,1% concentra 11% de la renta total, mientras que el 1% concentra 25% y el 5%, casi el 44% (Medeiros, Souza & Castro, 2015b). La investigación de Morgan (2017) sobre el periodo de 2001 a 2015 confirma esa interpretación, indicando una concentración todavía levemente superior. Ambas investigaciones señalan el origen de la desigualdad estructural del país en la altísima concentración de renta en la cumbre de la pirámide y en las resistencias a cambiar esta realidad, con una muy precaria recaudación de renta y de patrimonio de los más ricos. Además, esa desigualdad extrema se agudiza con las desigualdades de género y de raza, para citar solo dos que todavía son muy persistentes, sobre todo las que tienen que ver con el color de la piel (IPEA, 2011).

La discusión sobre la desigualdad está íntimamente vinculada a la estructura social del país. Para algunos, el cambio más significativo ha sido la aparición de una "nueva clase media" (Neri, 2011). Para otros, lo que sucedió fue un acercamiento de las capas más altas de la clase trabajadora a las capas más bajas de la clase media (Scalon & Salata, 2012), pero sin un cruzamiento real de la frontera de clase, que no se podría realizar solamente a través de la apropiación de renta--argumento de la primera proposición--, sino que por medio de otros atributos (Salata & Scalon, 2015; Souza, 2010).

Desde el punto de vista macroestructural, observamos reordenamientos sectoriales importantes en la composición del producto interno bruto y en la organización del mercado laboral a lo largo de los años 1990 y 2000. La creciente apertura económica en este periodo permitió, por un lado, la modernización de empresas y, por otro lado, la extinción de compañías menos productivas. Frente a esto, el análisis de la contribución sectorial en la producción de riquezas realizado por Pauli, Nakabashi y Sampaio (2012) para el periodo de 1990 a 2008 demuestra una participación cada vez mayor del sector de servicios, en detrimento de la industria de transformación, que pierde su importancia relativa con la modernización del sector. En estas dos décadas, el sector agropecuario presentó una tendencia poco volátil, a pesar del hecho de que la industria de transformación haya mostrado un desempeño bajo en la creación de empleos (Kaupfer, 2017). Este cuadro confirma lo que encontró Azzoni (1997), al estudiar la evolución regional de los sectores económicos a lo largo de 56 años.

Los estudios comparativos que abordan estas cuestiones en la escala metropolitana son escasos, pese al trabajo de Pasternak (2012), punto de inicio esencial. La autora analizó los impactos de la reestructuración productiva en la estructura socio-ocupacional de diez regiones metropolitanas y de una aglomeración urbana, entre 1991 y 2000. Según ella, a pesar de sus singularidades, las metrópolis analizadas conservan semejanzas en cuanto al perfil de sus estructuras socio-ocupacionales. En todas las metrópolis, la participación de las ocupaciones medias se destaca--es el caso de las ocupaciones manuales urbanas--, mientras que la participación de las categorías superiores y de los agricultores se ha contraído. El análisis evolutivo (1991-2000) revela pérdidas en la proporción de agricultores y trabajadores de la industria, y un incremento de la proporción de mano de obra ocupada en servicios y en el nivel superior. Desde el punto de vista regional, se observa la reducción de la proporción de dirigentes y de agricultores en las metrópolis del sudeste, y un incremento de las categorías superiores en el noreste. Las capas medias han perdido relevancia en el sureste, mientras que, estas mismas, en el noreste, crecieron en Salvador y bajaron, muy sensiblemente, en Natal, Fortaleza y Recife. En cuanto a las principales regiones metropolitanas, se advierte la expansión de las ocupaciones del sector terciario especializado en São Paulo, Río de Janeiro y Belo Horizonte, conjuntamente con las ocupaciones de nivel superior. En los años noventa las metrópolis del sur presentaban mayor estabilidad en sus estructuras socio-ocupacionales, con excepción del incremento de las ocupaciones de nivel superior.

Las transformaciones en la estructura económica son elementos cruciales para la comprensión de las variaciones de la demanda de trabajo y de la dinámica de este mercado y, por ende...

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