Estilo Liguria - 7 de Septiembre de 2013 - El Mercurio - Noticias - VLEX 458627950

Estilo Liguria

Recuerda que el comienzo de los noventa fue un período de muchos cambios; transición política y social. Había muy pocos bares en las calles de Santiago y ellos optaron por continuar el oficio de esta familia de origen italiano que tuvo distintos boliches en los barrios Franklin y Matta. Los Cicali tomaron prestado el nombre de la región donde nació el patriarca y apostaron por el borgoña, los conejos, el arrollado y la lengua, entre otras exquisiteces asociadas a la tradición chilena.

-El día que abrimos unas viejas cuicas del edificio que quedaba arriba nos vinieron a joder porque según ellas ahí estaba prohibido vender estos productos. Mi viejo me miró y me dijo: "Mándalas a la mierda..." Fue el comienzo de todo; una espacie de bautizo -afirma Marcelo, quien comenta que la sociedad padre-hijo duró pocos meses, pero pronto se integró su hermano Juan Pablo, que también tenía experiencia en el tema porque fue dueño de un bar en Tenderini. "Esto lo hemos creado a pulso, con peleas y reconciliaciones. Yo soy el gerente espiritual y él, el terrenal. Yo veo las cosas en Word, él en Excel", detalla desde una particular percepción el gestor y realizador del Liguria.

Aquel local ubicado junto a la tienda de paraguas Cosmos, la perfumería Monix y bajo la desaparecida radio Minería solo tenía una cocina estrecha, doce mesas y una barra de seis pisos. El espacio era oscuro y estaba decorado sobre todo con afiches de obras y espectáculos que se presentaron a fines de los años 80 en el Teatro General San Martín de Buenos Aires, pues en esa ciudad Marcelo vivió un tiempo. Tanto lo marcó la movida atmósfera de los bares y la noche porteña que sin intención la recreó en esos noventa metros cuadrados y también en el nuevo local -de entonces similar superficie- que inauguraron en Providencia 1373, a pasos de Manuel Montt, donde había una ferretería de barrio.

Los manteles a cuadrillé rojo y blanco, la música a todo volumen, las paredes atiborradas de publicidad, las tocatas espontáneas, los mozos de trato amable y el ambiente vintage tuvieron mucha aceptación entre políticos, actores, músicos, periodistas y gente anónima que iba a tomar un vino o una piscola, a comer perniles y plateadas; a conversar, compartir y a hacer de la celebración un acto colectivo hasta altas horas de la madrugada, en una época en que lo habitual era que gran parte de la ciudad durmiera. La demanda de los ligurianos los hizo crecer.

Refrescar la estética

El año 2000 los...

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