Entre esteladas, castellers y una nación soñada, las claves que han forjado la identidad catalana
"Si eres español, habla español", decía uno de los eslóganes del franquismo, que en 1938 abolió el Estatuto de Cataluña y dio marcha a un proceso de represión a las expresiones públicas de identidad nacional catalana, comenzando por su lengua.
El uso del catalán -circunscrito al ámbito familiar y muy restringido en el mundo literario y artístico- se convirtió en un gesto reivindicativo y casi reaccionario frente al imparable avance del castellano. Y cuando en 1977 se restauró la Generalitat, una de las misiones de sus autoridades, sobre todo del presidente Jordi Pujol (1980-2003), fue reposicionar el catalán como lengua prioritaria de la región. En el estatuto de autonomía de 2006 se indica que tanto la administración pública como los centros de enseñanza deben usar "normalmente" el catalán, mientras que los principales medios escritos, como El Periódico de Catalunya y La Vanguardia, tienen ediciones bilingües.
Hoy, según cifras del Institut d'Estadística de Catalunya (Idescat), el 80,4% de los catalanes sabe hablar catalán (94,3% lo entiende y 60,4% lo sabe escribir), mientras que el 99,7% sabe hablar castellano. Y pese a los esfuerzos de la Generalitat por fomentar el uso del catalán, todavía una mayoría prefiere la lengua de Cervantes: 50,7% de los catalanes señala que el castellano es el idioma que usa habitualmente, frente al 36,2% que prefiere el catalán. En los centros de trabajo y en los estudios, sin embargo, hoy gana el catalán.
En el programa independentista se señala que el catalán tendrá "un valor central ineludible, porque es la lengua propia nacional" y será "lengua de Estado", pero indica también que el castellano seguirá siendo oficial.
Realce de los íconos
El toro de Osborne, la clásica silueta que comenzó como una valla publicitaria y terminó convertida en uno de los símbolos de España, tiene una réplica satírica en la figura del burro catalán, animal en peligro de extinción que desde 2004 se ha usado como emblema no oficial de Cataluña en poleras o calcomanías.
Existen, por supuesto, íconos que se han extendido con el auge nacionalista, como el uso de la estelada (la "estrellada", la bandera no oficial de Cataluña), sobre todo en la Diada, la fiesta en que se conmemora la caída de Barcelona frente a las tropas borbónicas, el 11 de septiembre de 1714. También han adoptado un nuevo simbolismo tradiciones folclóricas medievales como las torres de los castellers , bailes como la sardana y los correfocs, con sus petardos y...
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