Escuchar a los hijos con empatía e inculcar autocuidado reduce el uso abusivo de alcohol
Rosario (16 años) está en 2° medio de un colegio particular en Las Condes y lo ve desde dentro. "Lo más triste es que llega un punto en que se vuelve normal ver gente curada en las fiestas. No les importa vomitar delante de todos o quedar tirados en el suelo. Y eso pasa con hombres y mujeres, pero ellas se curan mucho más rápido".
Piscola, vodka con Sprite y cerveza son los tragos preferidos. Conseguirlos es fácil. Los más chicos le piden a alguien que compre por ellos y a los de 3° o 4° medio ni siquiera les piden carnet, coinciden ambas.
Lo que ellas ven no son casos aislados. Según datos de Senda (2013), entre escolares de octavo a cuarto medio el 35,6% de los hombres y 35,7% de las mujeres declara haber bebido en el último mes. De ellos, el 62,8% dijo que tomó cinco o más tragos en al menos una ocasión.
Datos recogidos por el área de Asesorías de la Fundación Paréntesis en talleres que realizan a escolares de séptimo a cuarto medio de colegios particulares y subvencionados, revelan algunas consecuencias del consumo excesivo.
El 35% de los 2.750 escolares de la muestra ha viajado en un auto conducido por alguien que consumió alcohol, 17% ha olvidado lo que hace tras consumir alcohol y 19% lo ha consumido estando solo o sola.
Legal no significa normal
Al psicólogo Carlos Vöhringer, director de Paréntesis Asesorías, le preocupa el acceso fácil y a bajo costo del alcohol y que su consumo se haya vuelto algo normal, tanto para adultos como adolescentes.
"No se considera un mayor riesgo para la salud. Los padres y colegios se espantan y movilizan con la marihuana, pero parece que con el alcohol -como es legal- hay que llegar a casos extremos, como coma etílico o muertes, para que tomen acción".
Cuando ha ido a buscar a su hijo a fiestas, Marcela ve las consecuencias de esa despreocupación: "Llega un momento en que muchos papás sueltan las riendas. No les preguntan a sus hijos a dónde van, cómo se van a volver o a qué hora. Prefieren no saber. Y los cabros son temerarios, tú los ves caminando borrachos en la noche, expuestos a que los atropellen, los asalten o las violen".
El otro extremo tampoco funciona. "Los que tienen papás súper estrictos -tipo 'tírame el aliento' cuando llegas o que exageran los castigos- toman igual, pero se van a alojar a otro lado", dice Rosario.
Vöhringer interpreta. "Los papás no saben cómo están carreteando sus hijos, la información preventiva es escasa o nula y tratan de normar más desde el 'pobre de ti que te...
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