Escribir con el cuerpo. deseo y errancia sexual en Néstor Perlongher. - Núm. 48, Marzo 2009 - Cyber Humanitatis - Libros y Revistas - VLEX 632228877

Escribir con el cuerpo. deseo y errancia sexual en Néstor Perlongher.

AutorMateo del Pino,

Si no hay un yo--reza el rizoma de Mil Mesetas--, si somos todas multiplicidades, verdaderas poblaciones, masas de devenires: nutrias, osos, prostitutas paulistas en la flor de un bretel, Delias de rimmel descorrido, Etheles, rosas a la caza de un Grossman perdido en Luxemburgo, la primera pregunta es: ¿quién escribe? ¿quién habla? O: ¿departe de guien?

[Néstor Perlongher, "Sobre Alambres", 1988]

EL CUERPO Y SUS METÁFORAS

Difícil hallar una respuesta a esta pregunta que nos lanza el autor argentino Néstor Perlongher: ¿de parte de quién se escribe y se habla? Más complicado aún si se trata de "descifrar" cuál es el cuerpo o los cuerpos--las identidades--que asume el escritor y que proyecta sobre la escritura como el reflejo de un espejo cóncavo. Imagen especular en donde no sólo se reconoce él sino se reconocen otros; donde no sólo se inventa él sino que inventa a otros. De ello se deduce que la literatura nos engaña siempre porque se construye a base de disfraces, artificios que ocultan y develan al mismo tiempo una realidad que es exterior al texto. Así, a través de un lenguaje simbólico se conforma una nueva realidad, tal vez ésta se corresponda con eso que llamamos "el mundo que nos rodea", quizá no. Este nuevo orbe que es el objeto literario pone de manifiesto--hace presente--otras voces, otros cuerpos, otras grafías que, al decir de Severo Sarduy, constituyen los planos de intertextualidad "que dialogan en un mismo exterior; que se responden y completan, que se exaltan y se definen uno al otro: esa interacción de texturas lingüísticas, de discursos, esa danza, esa parodia es la escritura" (1). Desde esta premisa cabe entender entonces que en una conversación sobre la realidad y la ficción, mantenida por Carlos Monsiváis y Sergio Pitol, se aluda a una convicción compartida por ambos: "La máscara es el espejo del alma" (2).

La máscara, la escritura, el cuerpo ... ¿será todo proyección de una misma cosa: la identidad? En el supuesto caso de que nos habite una única identidad, tal vez sea mejor pensarnos como heterónimos, asumir esa "tendencia orgánica y constante a la despersonalización y a la simulación", a la que se refiere Fernando Pessoa. Por suerte, añade el escritor portugués, estos fenómenos no se manifiestan en nuestra vida práctica, exterior y de trato con los demás, sino que estallan hacia adentro y los vivimos a solas con nosotros mismos (3).

Apasionante tema éste, el de la identidad y los heterónimos de y en la escritura, cuya reflexión nos aparta un tanto de nuestro tema central al llevarnos por otros derroteros. Por tanto, detengámonos en el concepto cuerpo. Si revisamos las acepciones que nos ofrece el Diccionario de la lengua, elaborado por la Real Academia Española, percibimos que, en sus múltiples definiciones, esta palabra sirve tanto para referirse a un conjunto de sistemas orgánicos, de cosas, de personas ... como a partes específicas; o bien se menciona con ella el tamaño, el talle, la espesura, la densidad ... De esta manera asistimos a un desfile en el que hace acto de presencia el cuerpo amarillo, calloso, compuesto, de baile, de bomba, de caballo, de casa, de delegados, de delito, de doctrina, de ejército, de escritura, de guardia, de hombre, de iglesia, de la batalla, estriado, extraño, glorioso, legal, lúteo, muerto, negro, simple, sin alma, volante ... Por no citar todas y cada una de la múltiples locuciones que se construyen con este término: cuerpo a cuerpo, a cuerpo de rey, a cuerpo descubierto, a cuerpo gentil, a cuerpo limpio, cuerpo a tierra, cuerpo de Cristo ... Pero retomemos las primeras entradas:

Cuerpo. (del lat. corpus): 1. m. Aquello que tiene extensión limitada, perceptible por los sentidos. 2. m. Conjunto de los sistemas orgánicos que constituyen un ser vivo. 14. m. Conjunto de personas que forman un pueblo, una república, una comunidad o una asociación (4). En estas definiciones están contenidas por extensión expresiones de uso tan frecuente como cuerpo individual y cuerpo social, entre otras. Cabe precisar, en este aspecto, que la utilización del cuerpo como metáfora ha resultado sumamente productiva a lo largo de la historia. Nos no detendremos a hacer una relación exhaustiva del cuerpo y sus metáforas o las metáforas que se configuran a partir del cuerpo, pues la nómina se haría inabarcable. Sin embargo, como ha precisado Susan Sontag, no podemos negar que nos hemos acostumbrado a pensar la sociedad como un cuerpo que está regido por una "cabeza", símbolo del gobierno y, por tanto, del poder. De ahí que no resulte extraño que se hayan empleado metáforas políticas para hablar del cuerpo y que éste sea concebido como una república o un Estado unificado. De igual forma, se lo ha comparado con una máquina, una empresa económica, una fábrica. Más aún, algunas metáforas importantes sobre la unidad del cuerpo provienen de las artes y, desde esta perspectiva, se señala su "armonía". La arquitectura igualmente ha provisto de imágenes, por lo cual se lo ha asimilado con un templo o una fortaleza (5).

Esta idea del cuerpo social "gobernado" y, por ende, sometido a unas reglas, a unas normas, convierte al individuo, como parte integrante de ese organismo mayor que denominamos sociedad, en un sujeto "ordenado"--subordinado a un orden--que podrá gozar de ciertos privilegios siempre y cuando sus comportamientos, sus actitudes y sus acciones se avengan bien con el desarrollo corporal estipulado y regulado por la "cabeza". De esta manera, el cuerpo social dicta unas políticas de inclusión, pero también de exclusión, al fijar unas redes de poder, unas jerarquías, tanto sociales, étnicas, como sexuales, de lo que se infiere que no todos los individuos tendrán la misma consideración. Así, sujetos considerados marginales, ex-céntricos, fuera del centro y, por tanto, carentes de prestigio, serán invisibilizados por los discursos hegemónicos.

Partiendo de esta idea, pensemos entonces en la ciudad como un cuerpo, habida cuenta que "político"--lo relacionado con el gobierno--procede de la palabra grecolatina polis, ciudad.

LA CIUDAD: CUERPO DE LECTURA. CUERPO DE ESCRITURA

Severo Sarduy (6) analiza la ciudad como lugar humano y nos la presenta como un cuerpo con unos recorridos indicados, unos códigos establecidos, unas señalizaciones--textos, luces, flechas, clavos, afiches ...--que fundamentan nuestra práctica de la urbe. Estas marcas, sin duda, nos guían por la ciudad y nos ayudan a orientarnos. Sin embargo, aun cuando imaginemos la ciudad como un cuerpo legible, existen otros itinerarios que se escapan a ese vértigo de señalización, rutas no incluidas en los mapas ni en los callejeros, áreas enigmáticas que se resisten al desciframiento. Ámbitos de la busca, la búsqueda de lo otro. Desde esta perspectiva adquiere mayor significación lo afirmado por el escritor cubano antes mencionado: "La casa es el lugar del Mismo, la ciudad el del Otro" (7).

Nos interesa entonces transitar la ciudad actual para evidenciar esos otros espacios que se resisten a la normalización, donde es posible deambular a través de ese "gran desierto de hombres", para utilizar una expresión de Baudelaire (8). Perderse que, como destaca Néstor Pelongher, implica un extravío, una errancia, un dejarse enredar en esa maraña de flujos que es la urbe (9). Desde luego, no se nos escapa que el escritor argentino sigue muy de cerca los planteamientos del filósofo Gilles Deleuze y del psicoanalista Félix Guattari, cuyos conceptos--desterritorialización", "escritura minoritaria", "devenir animal"--se han vuelto moneda corriente en los debates intelectuales latinoamericanos (10). En este recorrido citadino nos hará de guía Néstor Perlongher, pues su escritura configura, como él mismo ha denominado, una "poética urbana" que da cuenta de una nueva realidad, la que acontece en las últimas décadas del siglo XX. Cambios, transformaciones que alteran el mapa de la ciudad para ofrecernos otra cartografía, en la que lo marginal pasa a ocupar el centro. De este modo, la calle se convierte en el ámbito propicio donde se evidencian los reclamos insatisfechos de las minorías: mujeres, niños, indígenas, pobres, homosexuales, travestís... se apoderan del espacio público. Al respecto, Jean Franco anota lo siguiente:

La modernización y la migración hacia las ciudades [produjeron] importantes cambios en la vida diaria y, consecuentemente, en la identidad nacional y en la individual. Las nuevas subculturas urbanas no estaban ligadas a los modelos ideales de un auténtico carácter nacional. Y la explosión demográfica fue tal que las antiguas formas de comunidad soportaron una presión excesiva, cuando no se desmoronaron por entero. Mujerzuelas, vagabundos y holgazanes que antes habían permanecido en un indescriptible abismo humano, hacían ahora sentir su inquietante y en ocasiones seductora presencia en el contexto social de la calle, actuando a modo de interrupción de la urbanidad, como quebrantamiento del decoro (11). En los textos de Néstor Perlongher a menudo se funden y se confunden las escrituras y las miradas, ya que el autor se erige en un verdadero flaneur, mirón que deambula, callejea, explora los sitios de tránsito, las esquinas, los intersticios, abre puertas y ventanas y hurga a hurtadillas por los huecos de las cerraduras a la búsqueda de cuerpos deseantes. No resulta extraño entonces que tanto Juan José Sebrelli como Roberto Echavarren, ante lo había hecho Walter Benjamín (12), al aludir al fenómeno callejero y a ese vagabundear sin rumbo, más dedicado a observar que a otra cosa, se refieran al poema "A une passante" de Baudelaire, ya que éste puede entenderse como una alegoría de la ciudad, pues el autor francés recrea, en medio de una calle que "aulla", el paso de una mujer y el cruce de miradas que se produce, "no es tanto un amor a primera como a última vista" (13):

La rue assourdissante autour de moi hurlait. Longue, minee, en grand deuil, douleur majestueuse, Une femmepassa, d'une main fastueuse Soulevant...

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