Encuentro con el asesino de mi hijo - 10 de Octubre de 2020 - El Mercurio - Noticias - VLEX 850242288

Encuentro con el asesino de mi hijo

Nancy Muñoz respiraba como si estuviera en trabajo de parto. Su rostro había empalidecido. Caminaba apurada por la feria libre de Parral. Esquivaba señoras con bolsas y carritos. Miraba a un hombre que iba por fuera del mercadillo. Lo recordaba como si no hubiesen pasado los 20 años que habían transcurrido. Lo acechaba desde la espalda y el perfil, como un felino preparándose para el zarpazo. Repetía en voz baja un mantra que sonaba a plegaria: "Señor, dame la fortaleza; señor, dame la fortaleza".No había razón para que aquel 1 de mayo de 2000, Héctor Riveros, de 24 años, apareciera en la casa de Nancy Muñoz. No había razón para que aquel primo materno, lejano desde todo punto de vista, de esos de hola y chao, entrara a su casa, se sentara en el living y se quedara toda la tarde allí, mientras ella dormía siesta. No había razón para que luego Nancy le sirviera una rebanada de queque con un vaso de bebida, mientras él veía televisión. No había razón para que Juan Andrés, de 13 años, el hijo mayor de Nancy, llegara ese día tras haber estudiado donde una tía y se encontrara con un desconocido sentado en el sillón.-Recuerdo que él le pidió un desatornillador y ahí salieron al patio. Mi marido justo iba saliendo en la camioneta a dejar unas facturas del negocio de papas que tenemos en la feria libre y le dijo que le abriera el portón -cuenta Nancy.La mujer creyó que su hijo había acompañado a su papá, pero en cambio el niño se quedó en el patio con Riveros. La casa era enorme y tenía un sitio de casi media cuadra, que ambos recorrieron para llegar hasta el final del terreno, en la leñera, donde estaban las herramientas. Nancy se puso a lavarle el pelo a sus otros dos hijos y luego sintió que unos amigos de Juan Andrés gritaban su nombre desde la calle. Cuando ya oscurecía y en la casa aún las luces estaban apagadas, vio salir a Riveros, raudo, como una sombra en la penumbra: "Deja la puerta cerrada", alcanzó a decirle, cuando éste pasó a pocos metros de ella. Más tarde llegó su marido y Juan Andrés no venía con él. Entonces supuso que había salido con sus compañeros. Minutos más tarde, una baliza de un furgón de Carabineros iluminó la casa y dos policías se plantaron en la entrada, con una historia que al principio sonó inentendible.-Me dijeron que andaban con esta persona (Riveros) y que había ido a confesar que golpeó a un joven en la casa. Yo le pregunté que a quién le había pegado, porque había entrado y salido solo. Entonces, mi hijo menor fue al furgón y regresó apurado: "Es Juan Andrés", me dijo.Nancy, su esposo y los policías corrieron hacia el final del patio. Una pericia que se realizaría meses más tarde demostraría que desde la entrada hasta allá habían dos minutos de traslado. Al llegar encontraron a Juan Andrés en el suelo, boca abajo, sobre un charco de sangre, quejumbroso y moribundo.-Me tiré encima, lloraba desesperada y me preguntaba: ¿Por qué está acá (Riveros)? Quise ir a sacarlo del furgón para pegarle y perdí la razón. Después me enteré de que había mordido a los carabineros, desesperada para que me soltaran.Juan Andrés agonizó dos días y luego falleció en el Hospital de Talca. La investigación fue encabezada por el Juzgado del Letras de Parral y la familia fue representada por la Fundación...

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