El duelo en tiempos de covid-19
Han pasado dos meses desde que Mauricio Triviño perdió a su madre, y él describe sentir como que "todavía creo que mi mamá está viva". Es una sensación parecida a la que tenía antes, porque así como no hablaban todos los días por teléfono y por la distancia entre Santiago y Punta Arenas, "esta situación de estar lejos siempre, no asimilas que falleció", dice. La señora Irma tenía 75 años, "pero no los representaba, vivía como si tuviera 60", señala aludiendo a su vitalidad: se había operado de meniscos hace dos años para poder seguir haciendo deporte. A comienzos de marzo, después de visitar a una hermana en Río Gallegos, Argentina, iba a ir a ver a sus dos hijos a Santiago, pero Mauricio le pidió que se quedara en su casa, ante la inminencia de la pandemia. "Nunca le diagnosticaron covid", dice su hijo, ya que recién el tercer examen, cuando Irma estaba conectada a ventilación mecánica, dio positivo por coronavirus. La hermana menor que la cuidó en su casa (se suponía que tenía bronquitis) no se contagió. Los primeros días de abril, cuando la tos no la dejaba ni hablar, la internaron por neumonía. Como Mauricio tuvo esa enfermedad, calcularon cuándo podría recuperarse y reservaron pasaje para ir a acompañarla. El día 10 les avisaron que "era cosa de horas, lo que significa que se va a morir, y apuramos todo". Pero solo su hermano pudo viajar ese sábado. Se tuvo que quedar en un hostal, porque la casa debía ser sanitizada. El lunes a las 10:30, la señora Irma falleció y tres horas más tarde ya estaba sepultada, ante la presencia de uno de sus hijos, un sobrino y un sacerdote. Hoy Mauricio lo resume así:-Lo terrible es no poder hacer nada, no hay un beso, un abrazo, una palabra. Piensa que a mi mamá la internaron y yo le dejé de hablar cinco días antes por la tos (...) Tengo claro que hasta que vaya a su tumba, ahí recién voy a entender que falleció y que no la voy a ver más.Lo vivido por esta familia retrata los efectos colaterales de la letalidad del covid-19: las restricciones sanitarias que impiden las visitas a los pacientes para evitar contagios, así como el límite de asistentes a velatorios y funerales, y las dificultades de desplazamiento, han complicado aún más el proceso de enfrentar la muerte de un ser querido. Si bien la psicóloga Ana María Arón, directora ejecutiva del Centro de estudios y Promoción del Buen Trato UC, explica que cada persona lo vive de manera distinta, "una parte muy importante de la elaboración del duelo son los rituales", que son independientes de las creencias, aunque las religiones tienen la ventaja de que "te organizan el rito, te pautean lo que hay que hacer en ese minuto en que el shock es tan fuerte". También convocan a la comunidad a apoyar a las personas que...
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