Doctores del mar
El 26 de septiembre de 2011, tras varios días con un severo dolor de cabeza y amanecer con el lado izquierdo de su cara inflamado, fue al Hospital de Copiapó a lo que, suponía, era un control de rutina.
La Escuela de Medicina de la Universidad del Mar se inauguró en 2003, prometiendo un enfoque único en Chile: todo el aprendizaje se daría en torno a la resolución de problemas prácticos con pacientes, sistema utilizado en Canadá, que cuestiona toda la enseñanza tradicional que se utiliza en el resto de las universidades del país. En el papel, dejaba de lado los ramos teóricos clásicos, como biología y química, para centrarse exclusivamente en casos prácticos.
"El perfil de médicos que queríamos sacar era médicos de consultorios. No queríamos sacar médicos para la Uci de la Clínica Reñaca ni la Clínica Las Condes", dice
Francisco Acevedo, primer decano de la Escuela.
Pese a la escasa trayectoria de la universidad, más de 110 alumnos entraron en el primer año, pagando un arancel anual de tres millones y medio de pesos. La carrera comenzó en la sede de Placeres, en un ex convento en Valparaíso: las salas se llovían en invierno, no había salida de emergencia y los estudiantes aún recuerdan las filas para ir al baño: sólo había uno.
Aunque al principio logró captar algunos profesores de renombre de la región, desde afuera el experimento se veía con muchas distancia.
"Desde el principio nos preocupamos de ella. Llamaba la atención el puntaje de ingreso: diría que eran entre la parte alta de los 500 y la baja de los 600 puntos", dice
Juan Eurolo, presidente del Colegio Médico de Valparaíso. "Intentar algo así de novedoso requería un expertise y unos recursos que ahí jamás hubo; uno puede hacer cambios, cuando maneja ya el método tradicional. Veíamos los problemas de formación y los llamamos para reuniones en varias oportunidades. Lo que hicieron con ese método de enseñanza es como comprarse un avión, sin tener ni pilotos ni aeropuerto dónde utilizarlo".
En efecto, el acta de 27 de agosto de 2003 del Colegio Médico de Valparaíso detalla los dos temas tratados nueve años antes del colapso de la universidad: los panfletos publicitarios de la universidad que hacían énfasis en la "nueva forma de hacer medicina". Y la preocupación por el no cumplimiento de lo prometido en el número de alumnos por generación: de 60 en diciembre se pasó a 120 en marzo. Tanto el decano Acevedo, como Sergio Vera, uno de los dueños, fueron advertidos del problema que podía generar en la formación práctica de los alumnos.
A mediados del 2006 vino la primera gran crisis: los mismos alumnos comenzaron a darse cuenta de las falencias curriculares, de infraestructura y lo más delicado, dado el modelo de escuela, la pérdida de campos clínicos de nivel para hacer el trabajo práctico.
Carlos Arriagada había estudiado obstetricia en la Universidad Austral y el 2007 ingresó a la Universidad del Mar para sacar medicina. "Había deficiencias radicales.
Ese año un curso tenía que empezar a ver cirugía y no había cirujanos contratados. Otros derechamente no tenían campos clínicos. Comenzaron a echar a los estudiantes de los hospitales; a algunos por competencias y a otros, los doctores los trataban mal porque eran profesores de la Universidad de Valparaíso. Comenzaron a llegar docentes de tercer nivel. Semiología lo hacía un kinesiólogo, otro profesor le vendía herbalife a sus pacientes, otro decía que era pediatra autodidacta... Se comenzaron a filtrar las pruebas, así se subían las notas".
El decano Acevedo trató de relanzar la carrera, tentando nuevamente a médicos prestigiosos a hacer clases. Uno cuenta:
"No había mucho que hacer. La calidad de los alumnos era un tema. Yo los divido en tres tercios: un tercio, con mucho trabajo, podía llegar a ser un doctor solvente; otro tercio quizás en otra universidad, en otro ambiente, se podría haberse titulado. Y el tercio final no tenía las capacidades mínimas para una carrera así. Y no es que sean de clase media baja o primeros en su familia en llegar a la universidad, como se ha intentado...
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