La Diva del tango - 29 de Noviembre de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 546368134

La Diva del tango

-¿No te gusta el café?

-Me gusta, pero lo tengo que preparar y me da pereza. Sentate. Ah, pero sos una piba. A ver, a ver, dónde está el té, dónde está el té. Ay, perra, salí. ¿Vos tomás con azúcar?

La luz del sol entra serena a la sala de este departamento de Barrio Norte, Buenos Aires. Hay una mesa de madera rústica, tres gatos, tres perros, un televisor, una biblioteca, un escritorio.

-No sabés lo que fue hoy. Me llamaba todo el mundo. Sin azúcar me dijiste. Por eso sos flaca. Yo también soy flaca, pero vos más.

En una de las paredes hay una hoja de papel amarillenta, enmarcada, en la que se lee la letra de un tango escrita a máquina y con algunos tachones en lápiz: "Por las noches cara sucia/ de angelito con bluyín/ vende rosas en las mesas/ del boliche de Bachín".

-¿Esa es la letra de "Chiquilín de Bachín"?

-Sí, es. Esa es la caligrafía de Ferrer.

"Chiquilín de Bachín" es un tango compuesto por Astor Piazzolla y el poeta Horacio Ferrer en 1969, un clásico automático que interpretó por primera vez una mujer llamada Amelita Baltar que ahora, tres y media de la tarde de un día de abril de 2014, con una camisa gris sobre pantalones blancos, el pelo rubio ceniza que le cae sobre la frente en un mechón que aparta con el pulgar y el índice, como una reina importunada por una mosca, sirve té japonés en el departamento en cuyas paredes repletas de fotos hay apenas dos de Astor Piazzolla, bandoneonista, compositor, argentino, uno de los mejores músicos del siglo XX y el hombre que fue su pareja durante seis -tormentosos, magníficos- años.

-Después me odió, me odió. Me hizo la vendetta, no me perdonó nunca. Pero nadie te odia durante 20 años si no te ama.

María Amelia Baltar nació el 24 de septiembre de 1940. Es hija de María Amelia Oviedo Olmos, que a los 21 años se casó con un dandy principesco: Pichón Baltar. Los dos vivían en Junín, una ciudad del interior de la provincia de Buenos Aires, y provenían de familias con posiciones económicas razonablemente buenas. Amelita Baltar fue única hija de ese matrimonio y, cuando cumplió un año, su padre compró una chacra en las afueras. Se crió rodeada de patos, perros, gallinas y cabras, cantando canciones en francés que le enseñaba su madre, hasta que se mudaron a Buenos Aires y ella empezó a ir al colegio. Cancelado aquel vergel bucólico, dos barrios elegantes de la capital -Recoleta y Barrio Norte- se transformaron en su centro de operaciones y en el paisaje del resto de su vida.

-Por suerte, mis viejos vinieron a este barrio, porque imaginate, vivir en Morón, en Devoto. Qué horror. Yo, más allá de avenida Córdoba, no sé qué hay.

Barrio Norte y Recoleta son la columna en torno a la cual se organiza todo: los almuerzos en el restaurante del Museo de Arte Decorativo, su modisto que atiende a la vuelta del hotel Alvear. Todo lo demás -todo lo que está más allá de la avenida Córdoba- es un territorio que rehúye, pero que debe recorrer cada domingo para ir a la iglesia bautista a la que pertenece desde hace 17 años, y que queda en el corazón del popularísimo barrio del Abasto, repleto de inquilinatos y vendedores callejeros.

-De todo venden. Falta que vendan gente.

En Buenos Aires, vivió con sus padres en la casa de la abuela paterna, en la calle Ayacucho, un escenario de prosapia para años que no fueron buenos.

-Vivíamos de la plata de mi abuela. A mi papá, cuando se gastó la fortuna de la familia, no le quedó nada. Le tocó la época de Perón, que para trabajar había que afiliarse al partido peronista, y nosotros somos radicales. Mi padre falleció a los 54 años, era alcohólico. Yo no podía decirle a una amiga: "Vení a estudiar a casa", porque no sabía qué día mi papá iba a tomar. Cuando él estaba bien, nos quedábamos a la noche, yo leyendo un libro, mamá cosiendo, y él agarraba una lapicera y le escribía en el borde del diario una cuarteta a mamá, y se la mostraba, y ella decía: "Ay, Pichón".

Mientras iba al colegio secundario empezó a estudiar guitarra, aunque no quería ser música ni cantante sino actriz, y se pasó buena parte de aquellos años improvisando representaciones frente al espejo de una cómoda. En 1962, comenzó a cantar, como si siempre lo hubiera hecho, en un grupo de folclor llamado Quinteto Sombras.

-Un día vino un amigo y me dijo: "Che, hay un conjunto de chicos". Se les había ido la que cantaba y empecé. Después, cuando me casé con Alfredo, dejé un año, para cuidar a Mariano, mi hijo más grande.

Tiene dos hijos, Mariano y Patricio, de dos parejas diferentes. El primero nació en 1964, cuando hacía poco que ella se había casado con Alfredo Garrido, un productor que por entonces era periodista.

-Alfredo es un tipazo. Pero yo me casé para irme de casa. No estaba súper enamorada. Nos separamos tres años después.

-¿Habías tenido novios antes de Alfredo?

-Pero sí. Igual, yo perdí la virginidad a los 18 muy bien cumplidos...

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