Polémica: dimensión de la astucia - Retórica. Un ensayo sobre tres dimensiones de la argumentación - Libros y Revistas - VLEX 275055759

Polémica: dimensión de la astucia

AutorRodrigo Valenzuela Cori
Páginas137-160
137
EL CONTENIDO DE LA ACCIÓN
Se acabaron los preparativos. Suena la campana y el orador entra
al ruedo donde se juega el éxito o fracaso de sus ideas o propuestas
que, en caso de victoria, pasarán desde inconsecuente pretensión
a realidad que haga una diferencia.
Un hermano compite con otro para conseguir que la familia
apoye un plan de acción; un estudiante enfrenta a compañeros
buscando apoyo para su propuesta gremial o política; un ejecutivo
de empresa defiende a su candidato para la próxima promoción
que se debate en la mesa de evaluaciones; un ministro de cor-
te compite con otros miembros del tribunal buscando apoyo
mayoritario para su postura; un director enfrenta a otros para
lograr que se apruebe su recomendación; un abogado busca
cumplir su compromiso profesional ante quien le ha pedido
defensa; un parlamentario enfrenta a otro buscando votos para
su moción…
En todos estos encuentros, la verdad –la que tiene consecuen-
cias– necesita ganarse en combate su calidad de tal. Este capítulo
trata del discurso de combate. Lo he llamado discurso polémico.
Lo primero a resaltar es que el discurso polémico existe. Sí: que
existe. Es necesario resaltarlo, porque hay quienes ven el discurso
polémico como insustancial colección de trucos y mañas que nada
aportan al entendimiento de los problemas que enfrentamos ni
mucho menos a la definición de posibles caminos a seguir. Así
entonces, supuestamente sin contenidos con que responder a las
preguntas sobre qué vemos o qué queremos –contenidos que sí tenían
los discursos técnico y poético– el discurso polémico carecería
de identidad propia, reduciéndose a habilidad de escaramuza
4. POLÉMICA: DIMENSIÓN DE LA ASTUCIA
RETÓRIC A
138
accesoria a los ‘verdaderos’ discursos o, mejor, accesoria a la ver-
dad del discurso.
El prejuicio que niega dignidad propia al discurso polémico
proviene de una mezcla de inocencia intelectual y sagacidad
política.
La inocencia intelectual ve con horror cómo el combate nos
baja desde las altas esferas espirituales del logos que esclarece o
del mythos que inspira, para enlodarnos en el mundo sublunar de
una cancha de verdad: dispareja por allá, mojada por acá; el sol
en contra, el auditorio también, porque nos tocó jugar de visita;
mucha área gris entre la pelota que golpea la mano y la mano que
golpea la pelota, entre el juego duro y el foul; se necesita astucia,
artificio, engaño, quizá ni más ni menos que el que necesitan las
simulaciones y disimulaciones del discurso técnico o poético, sólo
que aquí, en el fragor de la batalla, se pierden las composturas,
los modales y la inocencia. No es lo mismo el “Harvard case” res-
pecto del cual los compañeros del MBA, tomándose un latte en la
cafetería, concluyen que la solución es una reducción de personal
y lo expresan de manera técnica o poéticamente impecable; que
el proceso discursivo mediante el cual en la cancha de verdad se
lleva a cabo un despido masivo, dejando sin trabajo a conocidos
que mantienen familias, dejando en la empresa a sus compañe-
ros dolidos, enojados o asustados; donde unos discrepan con la
decisión, otros con los criterios para escoger las víctimas, otros
creerán que uno actuó prejuiciadamente y tendrán razón, y todo
de manera que al día siguiente la empresa siga produciendo con
calidad y compromiso sus bienes o servicios. El inocente incurable
saldrá del episodio como quien sobrevive a un tumulto callejero,
convencido de que lo que ahí se escuchó no fue discurso de tipo
alguno, sino bullanga y batahola de la cual uno salva como puede,
y regresará gustoso a las altas esferas del discurso donde se dicen
verdades (…en lugar de simplemente hacerse el bien).
El otro rechazo a la autonomía del discurso polémico viene
de la sagacidad política de algunos. Ven que los contrincantes
y jurados en las calles de la ciudad no son de los suyos. No son
sabios de su sabiduría ni eruditos de su erudición: más bien son
cantantes, embusteros, charlatanes y teatreros. Buscando invalidar
un juego en que sus armas ya no le aseguran la victoria, quien no
aprecie (o sea, quien des-precie) el debate de las calles, negará

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR