Desastres, paradigmas y propósitos - 13 de Noviembre de 2022 - El Mercurio - Noticias - VLEX 914427474

Desastres, paradigmas y propósitos

Si se atiende a los debates que envuelven por estos días al sector educacional -familias, la profesión docente, sostenedores de colegios, municipalidades, medios de comunicación, gremios empresariales, organismos de la sociedad civil, Ministerio de Educación, academia y expertos- pueden concluirse dos cosas fundamentalmente.Por un lado, parece existir una carrera hacia el precipicio. Distintas voces compiten por el diagnóstico más negativo posible. El estado de nuestra educación, se dice, sería desastroso, devastador, ruinoso, fatal, rematadamente malo, catastrófico. Este lenguaje desmesurado sirve para remecer conciencias adormiladas, pero no anima a la acción, hoy más necesaria que nunca debido a los graves efectos de la pandemia.En cambio, una alentadora iniciativa ministerial reciente, llamando a la sociedad civil a formar una alianza estratégica para enfrentar la emergencia educacional, ha pasado casi desapercibida.Por otro lado, la propia autoridad ministerial del sector parece a ratos avalar ese diagnóstico pesimista, al insistir que se debe cambiar el paradigma -o sea, el modelo, las fundaciones, las bases más generales, las ideas rectoras- del actual orden educacional. Implica con ello que la situación -más allá del daño pandémico- es irreversible y que el estado actual de las cosas debe ser objeto de un giro completo y radical hacia un nuevo paradigma.¿Qué significaría esto? En términos del Mineduc, transitar desde una educación de mercado, sin garantía estatal de derecho social, dependiente de la condición socioeconómica de los estudiantes, endeudadora, segregadora, con voucher, que descuida el servicio público, es desigual y carece de perspectiva de género hacia un nuevo paradigma de educación equitativa e inclusiva, garantizada por el Estado como derecho social para la justicia educativa, gratuita, con financiamiento basal y propósito de bien público fortalecido, con perspectiva de género y aulas integradoras. Este lenguaje aparentemente denso y academicista, ¿qué clase de políticas podría inspirar?Una alternativa son políticas destinadas a desmontar o debilitar la institucionalidad regida por el 'antiguo paradigma', como lo llama el ministerio.¿Podría ser que los confusos anuncios sobre el programa de liceos Bicentenario apunten hacia allá? ¿O los varios amagos de desahuciar el Simce y la rendición de cuentas? ¿O bien la suspensión de la evaluación docente? ¿O insistir en una inviable condonación universal de la deuda...

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