Los desafíos de Temer para sacar a Brasil del atolladero, ante inminente juicio político a Rousseff
Así, este político del centrista Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) tendrá que hacerse cargo de un país que vive su peor crisis económica en décadas, que tiene una clase política fuertemente contaminada por la corrupción, que enfrenta una emergencia sanitaria por la propagación del virus zika y unos Juegos Olímpicos con desánimo.
Previendo lo que se venía, desde que el impeachment empezó a quemar etapas -es imborrable la imagen de su sonrisa el día que lo aprobó la Cámara Baja-, Temer (75) ya comenzó una transición para enfrentar los mayores desafíos que tendrá su gobierno.
Ganar confianza
de los inversionistas
Temer y su futuro ministro de Hacienda, el ex presidente del Banco Central Henrique Meirelles, han dicho que la principal prioridad será devolver la confianza a los inversionistas, justo cuando las calificadoras de riesgo tienen la nota de deuda de Brasil en grado especulativo.
La pregunta es cómo. El crecimiento fue de -3,8% en 2015 (el peor desempeño en 25 años) y se espera una cifra similar este 2016. La inflación marcó 10,67% el año pasado (la más alta en 13 años) y se prevé que ahora llegue a 6,9%. El desempleo en las grandes ciudades saltó desde 5% en 2014 al 10% proyectado para este año. Y la deuda pública equivale al 70% del PIB.
Todos los caminos apuntan a la vuelta del rigor para restaurar los equilibrios macroeconómicos. Metas de inflación que sí se cumplen, tasas de interés altas y superávit fiscal fueron parte de la probada receta de éxito aplicada por el Presidente Fernando Henrique Cardoso (1995-2002) y mantenidas por Lula da Silva en su primer gobierno (2003-2006).
Pero quizás lo más difícil sea desmontar lo que el mismo Cardoso bautizó como "la nueva matriz económica" del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), que "no es más que hacer creer que la preocupación por las cuentas públicas es una política de derecha". Y las "pedaladas fiscales" (bicicletas fiscales), por las cuales hoy se quiere juzgar a Dilma, fueron parte esencial de eso, junto con el alza de sueldos que no se condice con la productividad y el abaratamiento del crédito.
Sin caja para lanzar un programa que estimule la economía y con la estatal Petrobras recortando costos dentro y fuera de Brasil, Temer está mirando con interés al sector privado, y ya se ha reunido con gran parte de los gremios, incluida la poderosa Federación de Industriales de Sao Paulo (Fiesp), la misma que financió una gran campaña pública pro impeachment .
Hace un par de días, el diario O Globo consiguió un documento titulado "La travesía social", donde se traza la bitácora económica de un eventual gobierno de Temer, que parte por plantear un nuevo comienzo de las relaciones del Estado con las empresas. "La iniciativa privada es básica para salir de la crisis", dice.
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