Dentro del corazón cafetero de Colombia - 5 de Julio de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 576800602

Dentro del corazón cafetero de Colombia

-¿Qué fragancia percibes? -pregunta con dulzura.

Honestamente, ninguna. Al menos ninguna que pueda clasificar dentro del limitado espectro de aromas y fragancias a los que puedo poner nombre. Lo único que tengo claro es que el olor tibio que asciende hacia mi nariz es el más reconfortante que haya sentido en meses.

Estoy en el departamento del Quindío, a unos 450 kilómetros de Bogotá, en el centro del país. Llegué hace tres días y esta visita a una finca cubierta de cafetos y platanales hace parte de mi recorrido final. Desde que llegué esa ha sido la constante: los olores. Las sensaciones. Los aromas del lugar donde -dicen- se siembra uno de los mejores cafés del planeta.

Vivo en Londres. Tenía dos años y medio de no venir a Colombia y de alguna manera me había acostumbrado a sobrevivir sin su brisa constante, y decididamente había perdido la capacidad de reconocer la cantidad de partículas aromáticas mezcladas que viajan en el viento que sopla acá.

Ahora mismo, mientras tomo esta taza de café, estoy sentado en una terraza desde donde veo desdoblarse el paisaje cafetero -bello, verde, ondulante- que fue declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en 2011: es el valle donde finaliza la cordillera central colombiana. Y donde reposan miles de cafetales, con sus hojas medianas, sus semillas rojas y amarillas, sus hileras perfectas entre las que circulan los recolectores de café con sus canastas que van llenándose de granos a cada paso.

Entonces, con este entorno de fondo, tomo un poco de la bebida que me han servido, mientras el paisaje con su perfume de montaña se combina con la imaginación. Desde el fondo de aquellos pensamientos vuelvo a escuchar la voz de Paola.

-Entonces, ¿qué sientes?

El auténtico Juan Valdez

Nadie sabe con exactitud quién o qué declaró el café colombiano como uno de los mejores del planeta. Lo cierto es que sí es, por su composición química, el más suave. Y todo se debe a las laderas y pendientes de esta zona: el llamado Eje Cafetero.

El café llegó a Colombia a mediados del siglo XVIII, pero solo hacia 1850 comenzó su expansión verdadera. Ocurrió cuando un sacerdote decidió aplicar como penitencia de la confesión la obligación moral de sembrar una planta de café. El pago de esa penitencia fue la razón por la que el café se popularizó en Colombia. Por esos años comenzó su cultivo en las zonas de Quindío, Antioquia, Caldas, y donde se inició mi viaje: el departamento de Risaralda, más exactamente en la ciudad de Pereira.

La "querendona, trasnochadora y morena" capital de Risaralda tiene el mejor aero-puerto de la región, así que ahí es donde aterrizó el vuelo que venía desde Bogotá un...

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