La cuna del vino argentino - 3 de Mayo de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 568421682

La cuna del vino argentino

Como muchos de los habitantes de Colonia Caroya, Juan Prosdoscimo y Gabriel Campana son amantes del buen vino. Hijos de inmigrantes, sus tatarabuelos salieron a fines del siglo XIX del norte de Italia y cruzaron el océano Atlántico para establecerse en la provincia argentina de Córdoba, donde echaron raíces para siempre. El lugar escogido fue una pequeña localidad agrícola situada 50 kilómetros al norte de esa ciudad, llamada Colonia Caroya. Allí, aquellos antiguos italianos plantaron viñedos y comenzaron a producir tintos y blancos tan buenos que, con el tiempo, convirtieron a Caroya en uno de los centros vitivinícolas más importantes de Argentina.

Fieles herederos de esa tradición, Juan Prosdoscimo y Gabriel Campana se reúnen religiosamente en el bar 9 de Julio, un antiguo local en el centro de este pueblo de 15 mil habitantes, casas bajas, gente sencilla, ritmo lento y una larguísima avenida que lo corta en dos mitades y está flanqueada por plátanos que le dan una sombra casi permanente. "Aquí venimos cuando arranca la tarde y nos quedamos varias horas bebiendo vino caroyense, que siempre debe acompañarse con buenos quesos y salames", dice Juan, mientras saluda a los otros descendientes de inmigrantes que acaban de llegar y forman parte de la cita diaria en este clásico bar.

Los orígenes de la vitivinicultura argentina están ligados a Córdoba. Si bien las primeras vides fueron plantadas en Santiago del Estero (noroeste argentino) a mediados del siglo XVI, fue en tierras cordobesas donde comenzó la producción de vinos propiamente tal. Ello sucedió en 1618, cuando los jesuitas iniciaron la siembra de viñedos en los alrededores de la Estancia de Jesús María, al norte del actual territorio cordobés. Allí, en esos campos, se elaboró el Lagrimilla, un célebre vino blanco que fue favorito del rey español Felipe V.

"El Lagrimilla fue el primer vino que se exportó a España desde sus colonias americanas. Se produjo a partir del mosto de casi cincuenta mil cepas que le daban un sabor muy ácido y fuerte, tanto como para poder arrancarle alguna lágrima a quien lo tomaba. De allí el nombre con el que se lo conocía", explica Nelso Lenarduzzi, quien varias veces al día dirige a turistas y curiosos por los rincones de la Estancia Jesús María, hoy gran hito de Colonia Caroya. "Este lugar encierra el espíritu originario del vino en nuestro país. No hay ningún otro lugar en la Argentina que pueda remontar hasta tan atrás su historia de viñas y cepas", dice...

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