Cuarentena en un gueto vertical - 20 de Junio de 2020 - El Mercurio - Noticias - VLEX 845433647

Cuarentena en un gueto vertical

Piso 14-Me dan ganas de salir corriendo del departamento.Es lo primero que dice Wendell Bejarano, 35 años, venezolano.Luego detalla:-Con la cuarentena me di cuenta de lo apretados que vivimos, pegados a otras personas. Mi torre está entre más edificios: si quiero ver el cielo, tengo que sacar la cabeza por la ventana y mirar hacia arriba.Su departamento mide 28 metros cuadrados, está en el piso 14 y no le llega la luz natural a ninguna hora del día.En la manilla de la puerta de entrada cuelgan dos mascarillas. A mano derecha, un mesón color café -donde solo caben dos personas sentadas frente a frente- es utilizado como comedor. La cocina -que incluye un refrigerador, un pequeño lavaplatos, un mueble con dos encimeras y un horno- está separada del living por este mesón. La decoración se limita a cortinas amarillas y plantas puestas en el suelo, con botellas de bebidas como maceteros.-Es un departamento muy pequeño. Están diseñados para que llegues cansado del trabajo, te acuestes a dormir y, al otro día, despiertes para irte. Pero no para hacer una vida en ellos -cuenta Bejarano. En su habitación, en la que pasa la mayor parte del tiempo, hay un baño, una cama de dos plazas pegada a la pared, una cuna y un coche.Bejarano y su mujer llegaron a Chile en 2018. En abril del año pasado se mudaron al Edificio Novo, ubicado en Estación Central, cuando su hija tenía un mes de nacida. La torre 38 se estrenó ese mismo año, con 30 pisos y 660 departamentos de uno y dos dormitorios, con y sin balcón. El arriendo mensual va desde los $250.000 hasta los $310.000, más $30.000 de gastos comunes. En esta mole suelen vivir parejas o familias de tres o cuatro integrantes. Pero también hay algunos departamentos en los que pueden llegar a vivir hasta 10 personas, según ha observado Bejarano. Otros, para dividir los gastos, buscan un compañero que esté dispuesto a dormir en el living .Wendell Bejarano es vendedor de un servicentro. Tras declararse la cuarentena, como medida de protección, sus turnos cambiaron. Hoy trabaja semana por medio. En esa misma fecha, su esposa fue suspendida de su cargo de vendedora en una multitienda. De un mes para otro, los ingresos de ambos se redujeron a más de la mitad y la pandemia los ha dejado sin opciones de buscar otros empleos.Pero durante los primeros días de encierro en su departamento -relata Bejarano- evidenció cómo es la real convivencia de un edificio sobrepoblado, en el que cohabitan más de 2 mil personas. Lo primero que notó, dice, fue el ruido de sus vecinos, ya que no solo están allí de sol a sol, sino que además cualquier sonido se amplifica por los pasillos o rebota entre una torre y otra. A su departamento se cuelan desde gritos hasta la música fuerte de algunas fiestas que se hacen a pesar de que están prohibidas las visitas.-Estoy durmiendo y de pronto escucho: "ya po, conchetumadre, baja la música" o "!déjanos dormir¡". Me despierto asustado, sin saber qué pasa. Gracias a Dios está empezando el frío, así que todos cierran sus ventanas y no hay tanto ruido -comenta.El aislamiento social y el cambio de rutina también afectaron su estado de ánimo. Hay días en los que despierta triste o de mal humor, pero a veces la televisión lo ayuda. Otras veces pasa largo rato mirando por la ventana. Bejarano dice que observar los otros departamentos le sirve para sobrellevar las horas del día. Así se dio cuenta de que, cada vez, eran más las ventanas sin cortinas, prueba de que en los últimos meses muchos residentes han tenido que desalojar sus departamentos. A principios de abril dice que contó 32. La semana pasada ya iban 61 vacíos.-Los que pueden se están mudando. Pero la mayoría son venezolanos, colombianos o peruanos que están quedando sin trabajo y el arrendatario los echa porque no tienen cómo pagar -explica Wendell Bejarano. Él también piensa cambiarse, pero cuando la situación sanitaria del país esté más calmada.-Agradezco lo que tengo, sin embargo, el deseo de todo padre de familia es superarse. Aquí aprendí muchas cosas, pero cuando vuelva a arrendar, sé que...

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