¿Invasión, evangelización, educación? Continuidades, puentes y rupturas educacionales entre la colonia y la república. - Núm. 37, Marzo 2006 - Cyber Humanitatis - Libros y Revistas - VLEX 56845724

¿Invasión, evangelización, educación? Continuidades, puentes y rupturas educacionales entre la colonia y la república.

AutorDonoso Romo, Andr

Introducción

A continuación presentamos una aproximación a la educación que acompañó a nuestro continente entre los años 1750 a 1850, entendido tradicionalmente como la transición entre fines de la colonia y comienzos de la república. El principal objetivo del artículo es aportar a la conformación de una imagen integral de la educación en dicho momento, deteniéndose especialmente en las continuidades, puentes e innovaciones que pudiesen haber acaecido. Las preguntas dadoras sentido son ¿Qué papel jugó la educación en la colonia, en las luchas independentistas y en las nacientes repúblicas? ¿Cuáles son los trasfondos ideacionales que le otorgaron sentido y legitimidad a la educación? ¿Por qué cambian o perduran los modelos educativos?. Las respuestas aquí encontradas son sólo unas de las múltiples posibles, con todo, el escrito espera que ellas sean el aliciente de futuras reflexiones o investigaciones en los ámbitos abordados.

Desencajarse de los moldes nacionales para mirar un período tan segmentado por las historiografías tradicionales no es un ejercicio habitual. Reflexionar sobre la educación en la historia supone desafíos como por ejemplo, para este caso específico, comprender que no necesariamente la educación es buena, deseable y necesaria de por sí. Tendencia tan propia del neoliberalismo actual y que tiende a imponerse si es que no se realizan los esfuerzos pertinentes para verle como una posibilidad y no una regla. Así mismo el acercamiento al material de estudio fue cauteloso pues se comprende que en estos períodos de cambios, las rupturas tienden a incrementarse, las innovaciones a sobredimensionarse y las continuidades a ocultarse.

El primer acercamiento a nuestro objetivo se realizará bajo el siguiente apartado: "La educación colonial desde su papel jugado en las luchas independentistas'. El cual profundizará en la idea fuerza que destaca la escasa ingerencia de la educación en las luchas independentistas y entregando una mirada de la educación colonial capaz de argumentar sustancialmente dicha sentencia.

La segunda sección discurre sobre la "colonialidad como continuidad educacional entre colonia y república'. Avocándose a desarrollar la noción de que la invasión, la evangelización y la educación son tres fenómenos íntimamente emparentados y en algunos casos intercambiables. De esta sección se obtienen visiones des-sacralizadas de la educación y de los fines a los cuales ha respondido, muchos de los cuales han perdurado en gran medida hasta la actualidad.

El tercer apartado se titula "La ilustración como puente educacional entre colonia y república', e identifica a este sustrato ideacional como fundamental para la comprensión de la educación en estos años, asignándose a la educación la tarea de satisfacer los exhortos ilustrados, por lo que se apreciaran sus alcances y aportes en la materia.

Se cierra el escrito articulando las principales reflexiones presentadas en la búsqueda por sopesar las "continuidades, puentes y rupturas educacionales entre colonia y república'. Para ello se exponen interpretaciones integrales de las cuales se espera desprender preguntas y aristas relevantes para futuras abordajes y problematizaciones de estas temáticas.

El artículo se realizó a partir de informaciones vinculadas a Chile y a su antigua administración colonial, las que han sido complementadas con puntos de vista e interpretaciones regionales recabadas en fuentes secundarias multidisciplinarias y con entrevistas a especialistas en historia de la educación. El trabajo fue motivado por la comprensión de que la independencia cultural de América Latina es una tarea pendiente, por lo que se hace "necesario analizar las armas de la conquista si queremos poder detenerla algún día. Porque las conquistas no pertenecen sólo al pasado." (Todorov, 1997: 264).

  1. La educación colonial desde su papel jugado en las luchas independentistas

    "Los planteles educacionales casi no tuvieron influencia en la independencia, no obstante haberse formado en ellos la gran mayoria de los dirigentes de la revolución. Su formación revolucionaria fue obra propia, bajo la amenaza de la censura y el despotismo; o en el extranjero, con motivo de sus viajes a Europa, en contacto con el liberalismo peninsular, el francés e inglés." (Jobet, 1970: 63).

    Hay acuerdo en señalar que la educación no jugó un rol activo en los procesos de sublevación en contra del orden colonial pues no se constituyó como una demanda movilizadora de las luchas independentistas. Los lideres independentistas antes de asumir la conducción de las repúblicas no consideraron prioritaria una eventual extensión de la cobertura educacional ni tampoco una mejora en su calidad.

    La mirada actual sobre la época tiende a Ilevarnos a interpretar lo contrario, es decir, que la demanda educacional existía y fue motor principal, sobre todo por el espíritu ilustrado que emergería con fuerza a fines de la colonia y que nos acompañará, junto a otras influencias, hasta nuestros días. Pero al seguir interpretaciones de Mariátegui (1928) y Lynch (2001) se aprecia que la independencia fue movida por intereses de las clases dirigentes y no por idearios redencionistas. Es más, las ideas educacionales habrían cumplido funciones ornamentales en pos de tornar los intereses de clase que movilizaron a las independencias latinoamericanas en intereses deseables para el conjunto de la colectividad [2].

    El ideario ilustrado en general y el educacional en particular, no fue puesto en práctica sino hasta medianamente consolidados los triunfos independentistas. Antes sólo habían cultores y promulgadores aislados de la ilustración y la educación, los cuales bregaban principalmente por un desembarazo de las ideas escolásticas [3]. Es más, si hubieran primado las ideas iluminadas e iluminadoras ellas habrían sido vehiculizadas por una educación insipiente, paupérrima, discontinua y con limitada cobertura educacional (Labarca, 1939: 63; Jobet, 1970: 24-5).

    Linch señaló que "es más probable que una sociedad acepte la ausencia de derechos que nunca ha experimentado que la perdida de derechos que ya había disfrutado." (2001: 136) y se tiene que la educación en la colonia no fue vivenciada por el conjunto de la población, sino que sólo por la elite y los indios, por lo tanto no fue vista como un derecho colectivo perdido y con capacidad de movilizar esfuerzos para la lucha independentista. Distinta fue la situación de los beneficios políticos y económicos obtenidos por las elites americanas durante los tres siglos de dominio español, los cuales fueron mermados por las reformas borbónicas y se constituyeron en uno de los principales motores de las demandas por la autodeterminación americana [4].

    Al igual que en México-Tenochtitlan, en el imperio Inca y en el Chile actual, la educación se despliega en instituciones diferenciadas en función de los estudiantes a los que se imparte [5]. Así, en la colonia eran muy distintos los alcances e impactos de la educación según fuese la clase social de los estudiantes. La buena educación, que comenzaba en las "casas patronales' y que culminaba en la Universidad San Marcos de Lima o la Universidad de Salamanca en España, era sólo para la aristocracia terrateniente. Era una educación para gobernar. Para los demás, si las responsabilidades sacramentales lo permitían, habia algo de catecismo y algo de sumar y contar. Una educación para obedecer. Para obedecer no hace falta tener un sistema educacional al modo como lo conocemos en la actualidad, se deben instruir a las personas en nociones básicas que le permitan comprender órdenes y resignarse al orden de cosas en que le "tocó' vivir. Amanda Labarca lo expresa así, "Lo que se trataba de imbuir en las aulas, era la sacrosanta sumisión al orden establecido." (1939: 24). No había distintos tipos o posibilidades de orden, pues la forma de educar -la pedagogía-, estuvo signada, desde dicha época y hasta ayer, por la instrucción [6]. Paulo Freire desde finales de la década de 1960, y como él, la mayoría de los pensadores y pensadoras de la educación liberadora -en sus más variadas denominaciones y trasfondos -, cuestionan la idea de instrucción por asociada a violencia e imposición y enaltecen la idea de diálogo, construcción, colaboración, concientización, problematización [7].

    Que la educación haya tenido poca ingerencia en la emancipación se comprende también pues quienes controlan la educación están más interesados en imprimirle un carácter condescendiente con el estatus quo que un carácter redentor-liberador. Desde el siglo XVI y hasta mediados del siglo XVIII, la labor y responsabilidad educacional recayó casi exclusivamente en la Iglesia y sus órdenes, siendo los jesuitas y franciscanos las más preponderantes, escenario que comienza a cambiar con la expulsión de los jesuitas del imperio español, en 176718]. Los religiosos conquistadores o conquistadores religiosos, una vez que concluyen con la edificación de iglesias, fuertes, casas y monasterios se avocan a la tarea de evangelizar a los indios que sobreviven a la invasión. Una de las formas utilizadas para ello era la educación [9]. Paralelamente a la evangelización de los súbditos del rey, estaba la formación de los cuadros eclesiásticos, instancia que consumió gran parte de sus esfuerzos educacionales, al menos en la primera centuria colonial (Weinberg, 1984: 71; Labarca, 1939: 8).

    Durante los tres siglos coloniales, la Iglesia y el Estado monárquico, representado éste último preferentemente por los cabildos, serán los principales agentes educacionales. La Iglesia irá construyendo una influencia creciente, no obstante, el Estado asumirá un rol más protagónico desde la segunda mitad del siglo XVIII,

    "hacia fines de la Colonia existía una red educacional que comprendía los niveles primario, secundario y superior y en esa red participaban los tres agentes históricos que tradicionalmente han sido activos en este proceso: los particulares, la Iglesia y el Estado. De...

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