'Las cartas resaltan la emotividad de la mujer' - 7 de Septiembre de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 648447469

'Las cartas resaltan la emotividad de la mujer'

-Partí a estudiar afuera cuando nadie hacía eso, menos una mujer -recuerda hoy, a los 73 años de edad-. Quise ir porque mis dos hermanos eran del Saint George's y como la universidad de Portland tenía relación con los curas del colegio, yo decía que si ellos podían ir estudiar afuera, yo también quería ir.

Viviendo allá, Drina se casó con un chileno que estudiaba becado, tuvo al primero de sus tres hijos y comenzó su vida laboral. Todo eso le contaba a su mamá, y de vuelta recibía información que le sorprendía:

-Imagínate que en esos años cambió el país. Todo el gobierno de Frei Montalva, la UP y después Pinochet yo los seguí por los relatos de mi madre que, bueno, era enferma de pinochetista. Así que te podrás imaginar -dice riendo al recordar las misivas que desechó-. Eran unas cartas larguísimas donde contaba las cosas más atroces, como que quitaban las tierras a las familias, que tenía que ir a hacer colas... Bueno, lo que sabemos que pensaban las mujeres pinochetistas no más. Igual era un legado, así que me da rabia no tenerlas más.

Drina, sentada en una luminosa sala de su casa en La Dehesa, construida hace 33 años por Christian de Groote y decorada con una precisión curatorial -ahí conviven esculturas modernas con añosos astrolabios-, es tan sincera y transparente como la luz que entra a raudales por los enormes ventanales del lugar.

-Llegué de vuelta a Chile el año 81, tuve a mi último hijo a los 41 años, y pronto empecé a sentir que había que hacer algo más. Al comienzo tomaba cursos de cocina, de ópera, iba al gimnasio o jugaba tenis. Pero era una vida para mí y mi familia, no me volcaba hacia la sociedad -recuerda-. Hasta que empecé a sentir esa necesidad, porque empecé a ver que había necesidad alrededor mío. En Estados Unidos no se veía el nivel de vulnerabilidad que encontré acá, y eso me hizo querer contribuir desde la cultura, que era un mundo que conocía como espectadora y donde sentía que la ingeniería comercial podría ser un tremendo vehículo para ayudar. Se necesitaba planificación, márketing, evaluación de proyectos, manejar recursos humanos, todo lo que yo había estudiado y que podía ayudar a profesionalizar el sector.

Por años estuvo a la cabeza de organizaciones como los amigos del Teatro Municipal, la Corporación Cultural de Lo Barnechea e integró otras, como el Consejo de la Cultura en los períodos presidenciales de Lagos y Bachelet. Pero su aterrizaje en ese mundo no fue todo lo fácil que ella hubiera querido...

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