El campo minado de Alto Mañihuales - 4 de Julio de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 576728798

El campo minado de Alto Mañihuales

Desde que dos vacas murieran intoxicadas por metales pesados cerca de un tranque de relave en 2014, los campesinos de Alto Mañihuales, en la Región de Aysén, están preocupados y divididos:

se preguntan si ellos, que se alimentan del ganado y que viven en zonas aledañas a la mina El Toqui, morirán también por eso. "Sábado" viajó al lugar y palpó el temor en terreno.

por Gabriela García, desde puerto aysén

Cuando los pobladores de Alto Mañihuales escucharon en una radio a pilas que el presidente del Colegio Médico de la Región de Aysén, Franklin Fournier, iba a entregarles personalmente los resultados de las muestras de agua y suelo que el renombrado toxicólogo chileno Andrei Tchernitchin tomó, en enero pasado, en las zonas aledañas a la mina El Toqui, se miraron desconcertados.

En los 32 años que llevan en los faldeos de los tres tranques de relave de la empresa que hoy está en manos de los belgas Nyrstar, conviviendo con una de las productoras de plomo y zinc y oro más importantes a nivel nacional -algunos incluso trabajando para ella-, jamás habían sido invitados a conocer un estudio similar.

Gladis Huenchumir (31), que nació en esos terrenos rurales de la Patagonia colonizados por sus abuelos en 1938, ubicados a casi tres horas de Coyhaique, y donde las nubes parecen rozar los ríos, se abrigó hasta la nariz y apuró el tranco. Pasó por el tranque Confluencias, que queda a dos kilómetros de su casa, y llegó hasta la sede comunitaria, en la cima de un cerro, donde otros 11 vecinos esperaban el documento.

-No les traigo muy buenas noticias -arrancó Fournier, repartiendo el estudio entre los asistentes el pasado 18 de abril.

Huenchumir leyó las muestras analizadas por el Laboratorio del Centro Nacional de Medio Ambiente de la Universidad de Chile, en Santiago: arrojaban niveles de manganeso, plomo y arsénico -todos residuos tóxicos propios de la extracción de mineral- 100 veces más altos de lo que indica la norma internacional.

Franklin Fournier habló por Tchernitchin, el toxicólogo. Les explicó a los pobladores que la contaminación detectada tanto en suelo como en afloramientos de agua cercanos al tranque Confluencias, como en el río Toqui -que cruza Alto Mañihuales-, provenían de derrames de desechos mineros, lo que probablemente se incrementaría con el tiempo y afectaría las napas y la salud de las personas.

-Es importante que sepan que el arsénico se diluye en el agua, pero si la exposición tanto del humano como del animal es mayor de lo que nuestro cuerpo es capaz de eliminar, se acumula en las vías biliares u órganos como el hígado o el pulmón y puede provocar cáncer, problemas respiratorios y alergias en la piel -dijo.

Además agregó:

-El plomo y el mercurio también son nocivos. Puede afectar a las embarazadas, produciendo malformaciones en sus fetos. Y afectar al sistema nervioso central de los niños menores, generando trastornos conductuales.

Un escalofrío recorrió la espina dorsal de Huenchumir.

Con la voz quebrada recuerda que dijo ese día:

-Ahora entiendo por qué se murió mi papá.

José Huenchumir, padre de Gladis, era campesino y arreglaba los cercos que colindaban con los tranques de relave. Su hija recuerda que a los 54 años se empezó a poner tan amarillo, que la familia lo llevó a la ronda médica que visita el policlínico de la mina una vez al mes. El diagnóstico fue lapidario: tenía un derrame biliar.

-Dos años después, en 2007, murió de un cáncer hepático en la casa, y los médicos que le hicieron la autopsia nos dijeron que tenía el hígado como una piedra, como solo un alcohólico lo puede tener. Mi papá apenas tomaba -dijo, emocionada.

Los vecinos murmuraron. Como ella, tenían sus propias experiencias que contar.

-Yo tengo problemas a la vesícula y neumonías recurrentes que los médicos no saben explicar -reclamó la madre de Gladis Huenchumir, Julia Umaña (63).

La familia Muñoz se remontó al 2013: ese año, según relataron, ocho de sus caballos despertaron con el abdomen inflado y comenzaron a echar espuma por la boca. Solo uno logró sobrevivir.

Lastenia Ramírez (51) se puso a llorar. Hace dos años que padece de una parálisis facial de la que todavía tiene secuelas y ninguna explicación médica: en el hospital regional de Coyhaique le hicieron exámenes y salieron "buenos".

Sacar la voz

Gladis Vera (31), hija de Lastenia, suspira profundo al recordar ese día en que según ella, "la comunidad de Alto Mañihuales salió de su ignorancia y abrió los ojos". Enrabiada, siente que en el estudio del Colegio Médico encontró el reflejo de una vida a la que antes le faltaban piezas. Nacida y criada en Alto Mañihuales, habitó por 21 años una casa de cholguán y zinc que quedaba entre los tranques de relave Confluencias y otros dos que la mina volvió uno solo: el Antiguo-Leñera.

Vera siempre se preguntó por qué, pese a que su madre era estricta haciendo aseo, la mesa donde comían, la ropa y su único juguete de infancia, una muñeca de...

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