Calas sobre el amor lesbiano en la literatura espanola anterior al siglo XX. - Núm. 2009, Marzo 2009 - Cyber Humanitatis - Libros y Revistas - VLEX 68429884

Calas sobre el amor lesbiano en la literatura espanola anterior al siglo XX.

AutorGalvan Gonzalez, Victoria

Abordar el tratamiento del lesbianismo en la literatura espanola anterior al siglo XIX implica el acercamiento a un ambito de estudio aun desconocido, poco transitado y, en cierto sentido, desertico. Para comprender con cierta precision su desarrollo en las letras espanolas hemos de considerar lo siguiente: por una parte, el hecho de recrear en textos literarios una sexualidad no autorizada y sus consecuencias; por otra parte, que sea la mujer el sujeto protagonista; por ultimo, la particular dialectica que se establece entre la centralidad y lo periferico en el sistema literario. Se trata de una cuestion que requiere una mayor atencion investigadora para juzgar, ya sea minimamente, el recorrido de esta tematica con perspectiva diacronica. Y no debe obviarse que se habla desde una perspectiva contemporanea y con una terminologia que define la sexualidad a partir del siglo XIX. En un estudio reciente acerca de la presencia de la homosexualidad en la narrativa hispanica entre 1875 y 1975, su autor, R. Krauel [1], senala la existencia de trabajos de conjunto o de articulos dedicados a escritores y a obras concretas contemporaneos, como Juan Goytisolo y Esther Tusquets, entre otros. Destaca los trabajos de W. Foster [2], que ha publicado un repertorio bio-bibliografico centrado en distintos periodos y autores de la literatura espanola. El interes, por tanto, sobre lo que R. Krauel denomina las "heterologias generico-sexuales" en la literatura espanola moderna es cada vez mas creciente a tenor de los trabajos publicados, pero quedan aun amplias parcelas de la literatura por estudiar y con mayor intensidad, si nos retrotraemos en el tiempo hacia periodos anteriores al siglo XX. Desde este deficit historico-critico, no pretende este trabajo realizar una investigacion exhaustiva de la presencia y del tratamiento de la tematica lesbica en la literatura espanola, sino seleccionar algunos testimonios desde los Siglos de Oro hasta el siglo XIX con la intencion de proponer para la reflexion casos concretos de nuestra literatura. No persigue entrar, asimismo, ni en la sempiterna disquisicion acerca de si existe o no una literatura gay, ni identificar las situaciones evocadas en los textos literarios con la realidad social, a pesar de las evidentes relaciones que mantienen en virtud de la no neutralidad de los textos y sus representaciones. En relacion con la mujer homosexual en el espacio literario hispanico hay un vacio critico que no permite emitir juicios con el rigor necesario. Si se han incrementado los estudios en torno al siglo XX, como se sabe, sobre obras que aparecen en el panorama literario de forma paralela a la toma de conciencia de la identidad homoerotica. Pero en relacion con el periodo cronologico en el que fijara la atencion este trabajo no podemos sino presentar algunos retazos, algunas calas en la medida en que no se trata de obras en las que la homosexualidad las determine en su totalidad, sino que esta se presenta de forma tangencial o velada. No es el caso de novelas espanolas contemporaneas como las que ha escrito Esther Tusquets, por ejemplo. No podia ser de otra manera, si atendemos a la concepcion harto divergente de la sexualidad en epocas anteriores al siglo XIX en relacion al XX. Si el homosexual nace en torno a 1870, si en esas fechas asistimos a la construccion de la sexualidad moderna, es congruente que la literatura lo refleje y lo incorpore de forma diferente a otras epocas. En cualquier caso, este estudio no puede realizarse sin tener en cuenta la construccion de la sexualidad en las epocas tratadas, pues desde Foucault [3] --como se sabe-- el sexo obedece a unos patrones culturales, que varian en funcion de las distintas sociedades y tiempos.

La Diana de Jorge de Montemayor y la variedad amorosa

Un ejemplo sugerente en la historia de la literatura espanola lo constituye Los siete libros de la Diana (1558 o 1559), del lusitano Jorge de Montemayor, la primera novela pastoril espanola, que alcanza hasta ocho ediciones en 1562. Se trata de una novela con un gran impacto editorial, que presenta un particular recorrido por las prensas extranjeras y por el camino de las imitaciones, las adaptaciones y las traducciones. Cuenta en su haber dos continuaciones inmediatas al tiempo de su publicacion: Segunda parte de la Diana (1563), de Alonso Perez, y La Diana enamorada (1564), de Gaspar Gil Polo. La formula literaria propuesta por Montemayor se caracteriza por su diversidad, como indica Juan Montero,

resulta ser el punto de convergencia donde se reunen los diversos aspectos e intereses de una cultura literaria compleja. Una cultura que se caracteriza por el sincretismo entre actitudes provenientes de esferas vitales contrapuestas, como espiritualidad y mundanidad o retiro y cortesania, y por la conjuncion de elementos ligados a tradiciones literarias hasta cierto punto enfrentadas (por ejemplo, poesia octosilabica y poesia italianizante) [4].

Es una novela compleja en su entramado constructivo en el marco de la boga alcanzada por lo pastoril y lo bucolico en la cultura renacentista. Incorpora elementos heterogeneos, procedentes de patrones formales ajenos a lo pastoril, deviniendo asi una estructura mixta, como senalaran F. Lopez Estrada [5], S. Avalle-Arce [6], A. Rallo [7] o A. Egido [8]. En relacion con el asunto que nos trae aqui, la novela presenta situaciones, anecdotas pastoriles, protagonizadas por unos personajes, los pastores, dedicados por entero a la exaltacion del amor, a su vivencia y a su analisis, en un espacio idealizado, aunque admita espacios reales e historicos (Leon, Portugal), caracterizado por los rasgos del locus amoenus y por el mito de la eterna primavera. Las experiencias de los pastores se desarrollan en jornadas que transcurren entre el amanecer y el ocaso. A diferencia de la bucolica tradicional, aqui Montemayor consigue una estructura dinamica, frente al estatismo clasico, en la medida en que la trayectoria biografica de los personajes cambia; insertandose, por tanto, en la dinamica de la historia con sus inesperados efectos sobre la existencia humana.

Desde la perspectiva amorosa que anima toda la obra y, como se sabe, la bucolica en general, los personajes de la novela de Montemayor se dividen en dos: los que aman y los que no aman. Se contraponen los pastores, autenticos protagonistas que conocen el amor por propia experiencia, a las ninfas y a la maga Felicia, representante de la ciencia amorosa. El amor se transmuta en la fuerza motriz de las acciones de la obra y la razon de la existencia de sus actores. Es aquello por lo que hacen acto de presencia en la novela los distintos personajes y las historias que narra cada uno de ellos. La obra, dividida en siete libros, cuenta los avatares sentimentales de diferentes personajes, sin que pueda hablarse de un solo protagonista. Se cuentan los casos amorosos de Sireno, Diana, Selvagia, Felismena y Belisa, entre otros. La diversidad de las historias amorosas define el tratamiento de la tematica preeminente en la obra. Montemayor ofrece al lector una casuistica sentimental, tenida de pena y de llanto, pues los personajes viven el amor a partir del dolor y del desengano. Experimentar en este campo les conduce a reflexionar y a volver continuamente sobre sus sentimientos. Se establece, ademas, una subdivision entre el amor honesto y el deshonesto. La teoria dominante en el tratamiento del amor, el neoplatonismo, se recrea en el libro IV, en el que se exponen las tesis en un dialogo entre los pastores y las ninfas. Este vertebra y explica toda la trayectoria amorosa expuesta en el libro. A esta filosofia se adscribe, posiblemente, el episodio amoroso entre mujeres recreado en la obra.

Los momentos de amor entre mujeres tienen lugar en el libro I, centrado en la pastora Selvagia, que cuenta sus cuitas amorosas a los atentos Sireno y Silvano. La historia se enmarca en un espacio pagano (templo de Minerva, ninfas) en una aldea a orillas del rio Duero durante las fiestas en honor a la diosa Minerva. Aqui se encuentra un grupo de pastoras, que se separan de los pastores a la entrada del templo, en una reminiscencia de las populares y paganas fiestas de mujeres. En ese preciso instante, la narradora Selvagia relata:

Pues habiendo entrado las pastoras que digo en el suntuoso templo, despues de hechas sus oraciones y de haber ofrecido sus ofrendas delante del altar, junto a nosotras se sentaron. Y quiso mi ventura que junto a mi se sentase una dellas para que yo fuese desventurada todos los dias que su memoria me turase. Las pastoras venian disfrazadas, los rostros cubiertos con unos velos blancos y presos en sus chapeles de menuda paja sutilisimamente labrados con muchas guarniciones de lo mismo, tan bien hechas y entretejidas que de oro no les llevara ventaja. Pues estando yo mirando la que junto a mi se habia sentado vi que no quitaba los ojos de los mios y que, cuando yo la miraba, abajaba ella los suyos, fingiendo quererme ver sin que yo mirase en ello. [...] Pues estando yo con toda la atencion posible saco la mas hermosa y delicada mano que yo despues aca he visto y, tomandome la mia, me la estuvo mirando un poco. Yo, que estaba mas enamorada della de lo que podria decir, le dije: -"Hermosa y graciosa pastora, no es sola esa mano la que esta aparejada para serviros, mas tambien lo esta el corazon y el pensamiento de cuya ella es". [...] -"Graciosa pastora, soy yo tan vuestra que como tal me atrevi a hacer lo que hice. Suplicoos que no os escandaliceis, porque en viendo vuestro hermoso rostro no tuve mas poder en mi". Yo entonces muy contenta me llegue mas a ella y le dije medio riendo: - "?Como puede ser, pastora, que siendo vos tan hermosa os enamoreis de otra que tanto le falta para serio, y mas siendo mujer como vos?". -"!Ay pastora!", respondio ella, "que el amor que menos veces se acaba es este, y el que mas consienten pasar los hados, sin que las vueltas de Fortuna ni las mudanzas del tiempo les vayan...

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