Ampuero relata su quiebre con el socialismo - 27 de Septiembre de 2013 - El Mercurio - Noticias - VLEX 464373778

Ampuero relata su quiebre con el socialismo

Prefiero comenzar mis modestas reflexiones con una confesión: me complica llegar a una conclusión inequívoca sobre la razón por la cual algunos países fallan o fracasan. Es como en el caso de las personas: me cuesta entender y, más aún explicar, por qué algunas personas fracasan y otras triunfan en la vida. Me temo que nos internamos en un área donde la mayoría de los análisis pueden incurrir en reduccionismos y esquematismos, puesto que pisamos arenas movedizas donde se confabulan historia, legados, memoria, circunstancias presentes forzosas y fortuitas, frustraciones y anhelos, individuales y colectivos. Siento que corro en pos de una fata morgana: dar con la ganzúa que descerraja la historia y nos conduce ante los principios que rigen su devenir y su alma.

Una segunda confesión: para acercarme al tema que nos convoca recurro, por lo tanto, a mi experiencia de vida, que se basa en medida considerable en el hecho de que nací y crecí durante veinte años en un país, el mío, el nuestro, que desapareció -en términos simbólicos- para siempre en 1973; y de que posteriormente viví varios años en una alianza de estados que sucumbió -literalmente- para siempre en 1989.

No es fácil haber pasado por esa experiencia: ese Chile que conocí y conocimos, para bien o para mal, ya no está. Tampoco resulta fácil constatar que parte importante de mi juventud transcurrió en un pacto político-mundial que feneció y en un estado que se hizo polvo.

Crecí oyendo las canciones de Creedence Clearwater Revival y de Quilapayún en mi adolescencia. Ella transcurrió, al igual que mi infancia, en el antiguo colegio alemán del Cerro Concepción, allá en el apacible Valparaíso de los años sesenta.

Influido por el período de efervescencia prerrevolucionaria del Chile de fines de los sesenta-comienzos de los setenta -efervescencia que estudiaron Marx en El Brumario de Luis Bonaparte y Vladimir Ilich Lenin en Estado y Revolución-, no pude seguir navegando con mi ingenuidad juvenil entre Creedence Clearwater Revival y Quilapayún. Para horror de mis padres, abuelos y amigos, ingresé entonces a las Juventudes Comunistas y opté solo por Quilapayún. Dejé de escuchar "Have you ever seen the rain?", música por lo demás decadente e imperialista, y opté por canciones de estirpe revolucionaria latinoamericana, como La Batea o La Muralla.

Pero volviendo al título del libro que hoy nos congrega, hago la siguiente reflexión sobre nuestra falla o nuestro fracaso de entonces: porque ese...

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