Aislados en la selva del Manu - 29 de Junio de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 517128606

Aislados en la selva del Manu

Esto, después de todo, era el Manu, un parque nacional de más de un millón y medio de hectáreas en el sudeste de Perú al que se llega navegando el río Madre de Dios, en el departamento del mismo nombre. Y esta navegación, aprenderíamos entonces, era la entrada a un territorio donde lo que sucedía en el exterior parecía ocurrir en otro mundo. El viaje hasta ahí, el vuelo a Lima y luego a Puerto Maldonado; las tres horas en auto hasta El Colorado, que es un pequeño pueblo de mineros artesanales de oro al borde del río, que huele a sudor, a humedad y a bencina; y luego las dos horas y media en una alargada lancha a motor que se veía como una canoa descomunal, justamente buscaban eso: alejarse y borrarse de todas aquellas partes de este mundo donde puedes ser contactado.

Recuerdo que, cuando llegamos al Manu Wildlife Center, el lodge donde nos quedaríamos, vi que Christian, mi compañero limeño de viaje, revisaba en la oscuridad su celular sin encontrar señal o internet. Y que en ese minuto que hablamos llegamos a la misma conclusión. Mientras estuviéramos ahí, con electricidad sólo durante un par de horas diarias y sin wifi, podría desatarse una guerra o jugarse un Mundial, y nosotros seguiríamos ahí: sin darnos cuenta.

Jaguar

En la selva nos contaban historias. Casi todas, ella.

-Hay indios en el Manu, los no contactados.

Fiorella Caleni tenía 30 años, una fascinación casi maternal por los animales y una vida que se movía entre Madre de Dios y Cusco, porque ahí era donde llegaban los turistas que a ella le interesaban. Como la familia alemana con estudios de botánica que llegó a la selva a contemplar los árboles, o el matrimonio norteamericano que quería retratar a esos loros coloridos y desconfiados que son los guacamayos. En el fondo, gente que quisiera ver el Manu con una dosis de respeto y admiración, porque ésa era la mezcla que evitaba los desastres.

-Son tímidos, pero hace un par de años mataron alguien. Le dispararon un flechazo directo al corazón.

Algunos de estos no contactados vivían al interior del Manu, en la parte de la reserva que está prohibida para turistas, para que no les contagien enfermedades occidentales que sus cuerpos preparados para la selva solamente no sabrían aguantar. Aún así, hay fotos. Retratos del arqueólogo español Diego Cortijo, quien publicó algunas en 2013 que luego rebotaron en varios medios, por el impacto de que aún hoy existan personas que vivan desnudas y descalzas, de forma nómade.

Después de eso, estudiosos peruanos de estas...

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