El abogado no es un lobo para el hombre. Sobre la necesidad de una ética jurídica - Primera Parte - Ética profesional del abogado - Libros y Revistas - VLEX 699326085

El abogado no es un lobo para el hombre. Sobre la necesidad de una ética jurídica

AutorSebastián Contreras/Alejandro Miranda
Páginas21-27
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GARCÍA-HUIDOBRO: EL ABOGADO NO ES UN LOBO PARA EL HOMBRE…CUADERNOS DE EXTENSIÓN JURÍDICA (U. DE LOS ANDES) Nº24, 2013, pp. 21-27
EL ABOGADO NO ES UN LOBO PARA EL HOMBRE.
SOBRE LA NECESIDAD DE UNA ÉTICA JURÍDICA
1
Joaquín García-Huidobro*
Doctor en Filosofía
Instituto de Filosofía. Facultad de Derecho
Universidad de los Andes, Chile
“Habéis perdido el caso, es verdad… pero seguro que habéis disfru-
tado de la defensa que os he hecho”. Con ese texto acompaña Honoré
Daumier (1808-1879) una de sus innumerables sátiras de los abogados. En
la caricatura aparece un pomposo letrado que dirige esas palabras a un
perplejo y disminuido cliente. El dibujante, que trabajó un tiempo en un
juzgado, conoció de cerca a los abogados y los hizo objeto de una crítica
permanente. Su caso no es único: la literatura, el cine, y los comentarios
sociales no dejan precisamente bien parada a esa profesión. Los niños
quieren ser bomberos, deportistas o astronautas, pero sería muy difícil
encontrar a un pequeño con vocación de abogado. Si uno pone en Google
la expresión “chistes de abogados” se encontrará con la sorpresa de que
solo en castellano hay 1.700.000 páginas disponibles. Naturalmente no
he tenido tiempo ni paciencia para examinar más que un grupo de ellas.
Pero si se combina la información que nos arrojan esas páginas con la
que hayamos podido obtener a lo largo de nuestra vida, veremos que
la gran mayoría de los chistes se relaciona con la baja catadura moral
de nuestros colegas, seguidos por otro grupo que destaca su capacidad
de enredar y complicar cosas que sin ellos serían mucho más sencillas.
Es más, incluso los elogios del público prestan un mal servicio a la
profesión. La gente dice con orgullo que encontró un abogado que es
“un perro de presa”. Quizá se trata de una simple metáfora lúdica, pero
también cabe que esa expresión sea, para decirlo en términos freudianos,
una “fantasía de deseo”, y que los clientes efectivamente quieran que su
*1 El autor agradece las observaciones de Alejandro Romero Seguel.

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