'Me imagino que, en su próxima visita a Alemania, escucharemos la reflexión de la Presidenta sobre la RDA...' - 19 de Octubre de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 539604422

'Me imagino que, en su próxima visita a Alemania, escucharemos la reflexión de la Presidenta sobre la RDA...'

"Los chilenos estaban muy marcados por el exilio y la obligación de dejar su país, un destino trágico, porque nadie se fue feliz. Vivían en varias ciudades de Alemania Oriental (RDA); por lo general, en edificios que eran solo para chilenos. Una suerte de guetos que reproducían las instituciones, partidos y comités de la Unidad Popular en forma bien organizada. La gente estaba muy agradecida por salir del naufragio y recibir todo; por lo mismo, tenía una visión muy idealizada del sistema. Los jóvenes estudiaban si podían aprender el alemán, y los adultos por lo general trabajaban en lugares que no necesitaran idioma, muchos de ellos como obreros".

"Su percepción de la realidad estaba mediatizada y limitada por el idioma que no lograron dominar: siempre usaban traductores colocados por el partido. El exilio obligado afectaba a la familia, la pareja, los hijos; el idioma impedía desempeñarse en la propia profesión, y llegar a un sistema tan rígido y aislado como el alemán oriental hacía las cosas mucho peores".

"El primer filtro"

"El primer filtro para los chilenos era el comité donde estaba representado cada partido de la UP y un alemán oriental, obviamente de la Stasi, la policía secreta. Ese grupo tramitaba trabajos, becas y la salida".

"Al no ser ya comunista, yo me acerqué a la UJD, brazo del Mapu Obrero Campesino, donde éramos como cinco en Alemania Oriental y nos daba un manto protector. Había gente muy decente y otros... Carlos Cerda lo describe muy bien en su libro Morir en Berlín ".

"Como chileno viviendo en un país comunista, era central estar bajo el alero de un partido. Siempre recuerdo la tragedia que podía ser que a alguien lo expulsaran viviendo en Rumania, la URSS o Alemania Oriental; era peligroso, complicado".

"Los de Italia se reían de los peces de colores. Cuando pasaban por Alemania los militantes que venían de occidente, uno se daba cuenta de que estaban informados, seguros, porque no dependían del Estado..."

"Eres un estúpido... Lo único que queremos es irnos"

"Yo tenía 17 años y no conocía casi nada del mundo. Conocía el Colegio Alemán, que algo de diversidad tenía; la literatura y la música influida por Quilapayún e Inti Illimani fueron un imán, una cultura que me atrajo hacia las Juventudes Comunistas. Cuando tuve que salir al exilio, pensé inmediatamente en Alemania Oriental, el anhelo socialista. Hablaba el idioma y podía entrar a cualquier universidad".

"Renuncié a las Juventudes Comunistas en La Habana, en 1976. Considero que fue una postura muy valiente: un joven de 21 años que en un régimen totalitario dice "no quiero esto para Chile". Una dictadura no es lo mismo que un régimen totalitario; no hay espacio para marchas, manifestaciones ni disidencias, habría sido suicida. Como decía el poeta cubano Heberto Padilla: 'aquí no hay que ser Giordano Bruno, hay que ser Galileo Galilei'".

"Si no tuve miedo entonces, menos me preocupan hoy las reacciones de grupos estalinistas a mis libros. Me siento muy tranquilo, nada más ajeno a mí que estar aplaudiendo hoy al régimen de Corea del Norte o a los Castro después de 55 años, o a Maduro".

"Regresé a Berlín Oriental porque no había otra forma de salir del comunismo. No tenía pasaporte chileno vigente y, en plena guerra fría, era impensable aterrizar en cualquier país en un avión de La Habana. Si algo sabía, era que la única salida posible hacia occidente era a través de Europa y no quedándome en Cuba. Era posible obtener permiso para visitar Berlín Occidental y quedarse, porque Alemania Occidental no cuidaba su frontera, al contrario".

"Al regresar, mi mirada se volvió aún más crítica. Me vinculé con alemanes, que con cierto grado de confianza me permitieron tener algún grado de realidad. Hablaba bien el idioma y pinchaba con las alemanas; ninguna entendía que hubiera vuelto. 'Eres un estúpido al volver', me decían, 'lo único que queremos nosotros es irnos'".

"Solo un silencio incómodo"

"En Alemania Oriental, los chilenos se encontraron con un Estado que entregaba todo y controlaba. En un primer momento les pareció un sueño; el primer golpe fue que los alemanes orientales no valoraran el sistema y que todos sin excepción quisieran huir a occidente".

"Para los chilenos fue una interrogante ideológica sin respuesta que interpelaba permanentemente sus convicciones. ¿Por qué, si les dan todo, la gente no está satisfecha? ¿Por qué el muro, las rejas y los perros? Al aceptar eso y mantener silencio, la interpelación ética mínima era por qué condenaban, entonces, la otra dictadura en Chile. Quedaban entrampados y prefirieron cerrar el tema, no hablar, no levantar la cabeza y no mirar el Mauer (muro), ese concepto que nunca existió en la prensa...

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