1973 versus 2020 - 13 de Septiembre de 2020 - El Mercurio - Noticias - VLEX 847802190

1973 versus 2020

Este viernes se cumplieron cuarenta y siete años desde el golpe de Estado ¿Qué hay de común entre el Chile de entonces, el de 1973 y el de ahora, el del 2020? La pregunta es parecida a la que brota cuando se sorprende a alguien detenido frente a una foto de su infancia: ¿Ese niño que está allí es el mismo sujeto que ahora lo mira? Entre el niño de entonces y el adulto de hoy no hay nada físico en común (salvo ese extraño aire de familia). ¿Qué es lo que los unifica entonces?El mismo problema se plantea el año 2020 cuando se trae a la memoria el Chile de 1973. Entre ambos -al igual que entre el niño de entonces y el adulto de ahora- hay pocas cosas en común.Desde luego, la estructura social ha cambiado muy sensiblemente. Es cosa de comparar las escenas de la "Batalla de Chile" (la espléndida película de Patricio Guzmán) con cualquier escena del Chile contemporáneo. Ni siquiera la gigantesca marcha de noviembre se compara con los movimientos de clase de comienzos de los setenta.Mientras en noviembre hubo una masa con demandas heterogéneas, sin orgánica y sin programa, donde las de los ciclistas y los veganos equiparaba en intensidad a las demandas por protección en la vejez, hace cincuenta años había política de clases conducida por partidos que inflamaban a las masas con un nuevo horizonte histórico para acercarse al cual ningún precio era demasiado alto. Y mientras en noviembre la individuación encontraba, al abrigo de la masa, un momento de sosiego y de revancha contra la racionalización de la vida y la competencia, en los setenta la individuación aún no existía y cada uno, o casi, se definía por su pertenencia a un colectivo, el sindicato, el partido, la junta vecinal, o lo que fuera.Por supuesto, sigue habiendo clases sociales (no hay sociedad que carezca de ellas), pero las de hoy son una descripción sociológica hecha por un observador, no una autoidentificación cultural. Para usar un lenguaje de esa época: hay clases en-sí, no para-sí.Si se atiende a las prácticas de consumo, la diferencia es abismal. En los setenta las grandes mayorías estaban excluidas de consumir y para qué decir de elegir. La práctica del consumo era un privilegio de las pequeñas minorías profesionales o burguesas. Y advertir esto no es frivolidad. El consumo -al revés de lo que se cree- no es un acto material, sino sobre todo un acto simbólico mediante el cual el sujeto se edita a sí mismo o intenta editar a los que quiere. Por eso el acceso al consumo para los...

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